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Culto a la personalidad en la política dominicana

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Principales-partidos políticos der RD.
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¿Una Democracia en Peligro?

Ramón Morel

Por Ramón Morel

En la vida política se República Dominicana, es común encontrarse con una fenomenología que va más allá de la mera adhesión a un partido político o a una ideología. Se trata del culto a la personalidad, un fenómeno que ha permeado profundamente en la cultura política del país y que plantea serias interrogantes sobre la salud de su democracia.

Este culto se manifiesta a través de la identificación de los ciudadanos con figuras políticas prominentes, a menudo expresada en términos como «danilista», «abelista», «leonelista» y así sucesivamente. Estas etiquetas no solo denotan apoyo político, sino también una fe ciega hacia la persona detrás del nombre, independientemente de sus acciones o políticas específicas.

Es importante señalar que esta lealtad personalista no siempre está vinculada a una línea ideológica clara o a principios políticos definidos. Más bien, es un reflejo de un seguimiento inquebrantable hacia un líder carismático, donde la voluntad del líder prevalece sobre cualquier consideración de normas o reglamentos partidarios.

Esta dinámica plantea serias preocupaciones para la democracia dominicana. Cuando los ciudadanos y los dirigentes políticos están más preocupados por seguir a un líder que por respetar las instituciones y los procesos democráticos, se corre el riesgo de erosionar los cimientos mismos de la democracia.

Por un lado, los militantes del partido pueden justificar cualquier acción o política simplemente porque así lo dicta el líder al que siguen ciegamente. Por otro lado, los líderes políticos pueden sentirse facultados para obviar reglamentos y estatutos partidarios en aras de sus propios intereses o del beneficio del líder supremo.

En un partido político donde imperan los liderazgos mesiánicos, los estatutos y las normas pasan a ser meros formalismos, mientras que la voluntad del líder se convierte en ley suprema. Esta situación no solo debilita la institucionalidad democrática, sino que también alimenta la concentración de poder en manos de unos pocos y socava la rendición de cuentas y la transparencia en la toma de decisiones políticas.

Es fundamental que los ciudadanos dominicanos y los actores políticos reflexionen sobre los peligros del culto a la personalidad en la política y trabajen activamente para fortalecer las instituciones democráticas y promover una cultura política basada en el respeto a la ley, la rendición de cuentas y el diálogo inclusivo.

La salud de la democracia dominicana depende de la capacidad de sus ciudadanos para resistir la tentación del culto a la personalidad y abogar por un sistema político que garantice la participación ciudadana genuina, el respeto a los derechos humanos y la igualdad ante la ley.

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