Buenos días. Como si testimoniara que las organizaciones que agrupan a diferentes ramas del quehacer social y profesional de República Dominicana están flageladas por debilidades y vicios de toda índole, pero fundamentalmente por el bicho del partidarismo político, el Colegio de Abogados se mantiene paralizado por una crisis que supera ya los cien días. A raíz del conflicto generado tras su más reciente proceso electoral, la entidad no logra levantar vuelo gracias a las posturas irracionales que se anteponen al mandato de sus propios lineamientos internos. El penoso cuadro se agrava con una intervención jurídica sospechosamente parcial y de cuestionada jurisdicción, por demás desconocedora de que el proceso eleccionario contó con sus propios garantes investidos por el régimen legal y estatutario del Colegio de los abogados. El órgano gestor de ese proceso tiene la autoridad requerida para administrar y oficializar el veredicto salido de las urnas, pero los resultados molestaron a actores externos y ahí están las consecuencias. Ahora el Colegio de Abogados está postrado, reducido a una víctima más de las secuelas que la incursión política provoca en el seno de las debilitadas instituciones del país.