Buenos días. Ayer me refería a las críticas de Selinée Méndez a la vulgaridad que destilan los medios de comunicación en República Dominicana y advertí que esta es permitida, inducida y pagada por empresarios y gobernantes, que la prefieren antes que favorecer la puesta en vigor de regulaciones eficaces que liberen a la familia y a la sociedad, de esas barbaridades que llegan a los hogares dominicanos. Prometí que volvería para tocar la cualquierización dentro de esa vulgaridad y la forma como esta daña el buen periodismo en el país. La mayor proporción de los “contenidos” que se evacua principalmente por los medios electrónicos de comunicación, es consumido por el público como “periodismo” con el agravante de que ese público asume que son “periodistas” quienes lo generan vía programas de comentarios, entrevistas, “análisis” de la actualidad y otros, que conducen y/o intervienen personas que no tienen ni formación periodística, ni formación académica de ninguna índole. Esas “producciones” destacan entre los líderes en audiencia y facturaciones, lo que está vinculado a factores como el disfrutado morbo, la extorsión y chantaje a figuras públicas, funcionarios, artistas, empresarios y políticos. El mejor referente para medir el nivel de asalto y cualquierización que ha hecho del ejercicio periodístico una vergüenza, lo constituye el estudio que hicieran en el año 2017 la Unesco y el CDP. Para no extendernos por hoy solo reproduciré este importante hallazgo: “El 43% de quienes ejercen el periodismo en el país carecen de estudios universitarios especializados en comunicación social. Un 10,9% apenas ha completado la educación secundaria mientras que un 11,6% solo hizo algún curso técnico en periodismo. El 13,4% de las personas que practican el periodismo en el país son profesionales de otras disciplinas o carreras”. Es un tema complejo que obliga a compartir con ustedes otros detalles…
