Buenos días. Toda una turbulencia social y política se ha desatado en República Dominicana, tras el Gobierno dar a conocer su proyecto de Reforma Fiscal que, justo este miércoles, será introducido al Congreso Nacional. Según lo formulado en la pieza y lo que sectores económicos, sociales y políticos advierten, la Reforma Fiscal impactará con fuerza en áreas sensibles de la economía y tendrá repercusiones que se advierten lacerantes para el gran pueblo y la clase media. Desde ya la objetan los inversores turísticos, productores de ron y cerveza, las zonas francas, los productores cinematográficos, además algunos economistas y la oposición política del país. No obstante, quien se presume cargará la peor parte, el gran consumidor popular, difícilmente deje sentir su voz por la razón de que no existe en el país una estructura social válida que le aglutine y represente. Parecería aconsejable pues que, independientemente de las necesidades que tiene el gobierno en cuanto a aumentar la presión tributaria para general mayores ingresos al Estado, se propicie un dialogo franco, una concertacion nacional sincera, que sirva para consensuar decisiones sabias que eviten situaciones que pudieran poner en riesgo el clima de paz de que disfruta República Dominicana. En ese contexto, hasta se podría prever que el Gobierno aliste y proteja una serie de productos alimenticios de gran consumo nacional, lo que evitaría que el pueblo al final sea quien sienta con mayor rigor el peso demoledor de lo que se advierte. No se trata de solo usar el poder, aunque pareciere legal, para imponer decisiones que por igual gravitan en todo el conglomerado social, aunque, dentro de este, los menos pudientes pudieran resultar, como siempre, las peores víctimas…