Buenos días. Los contribuyentes, los dominicanos todos, pagamos 8 mil 400 millones de pesos para celebrar “la fiesta de la democracia” de febrero y mayo 2024. El exorbitante gasto deja inquietudes e interrogantes respecto a muchos factores que ameritan ser vistos con detenimiento. ¿Acaso un país con dificultades para abastecer con eficacia de medicamentos a los hospitales y boticas populares puede darse ese lujo? ¿Cómo justificar que solo en dietas, los políticos se tragaran 2 mil 400 millones de pesos? ¿No es una burla mantener dos procesos electorales que, aunque como país no soportamos, solo sirven para generar beneficios para algunos, un derroche irresponsable de dinero que pudiera canalizarse en verdaderas prioridades? La democracia criolla es una de las más cara del mundo, al mismo tiempo, una de las más deficiente en cuanto a alcanzar sus cometidos en papel. El supuesto gobierno del pueblo y para el pueblo no es más que el mejor de los mamotretos políticos, la escaramuza que legaliza los engaños a la gente, los privilegios irritantes de pocos, la desigualdad eterna y la estafa vulgar a quienes llevan en sus espaldas los costos. Simplemente, la democracia nuestra es un modelo incapaz de mostrar satisfacciones colectivas de las que la mayoria de los dominicanos puedan sentirse orgullosos. ¡Pero que siga la fiesta!
