Buenos días. La vulgaridad se ha apoderado de los medios de comunicacuión de República Dominicana, con especialidad de los electrónicos. Y lo peor es tener que admitir que el deprimente fenómeno no solo es patrocinado, sino inducido por empresarios y gobernantes que no solo colocan sus pautas publicitarias en «programas» que son una soberana vergueza, sino que lo prefieren antes que favorecer la puesta en vigor de regulaciones eficaces que liberen a la familia y a la sociedad en sentido general, de esas barbaridades que llegan a los hogares dominicanos. Pero las consecuencias de esa epidemia son mucho más abarcadoras y perjudiciales, solo que se traducen a la vez en negocio y entonces no se puede afectar y privar a los negociantes de su libertad de comercializar con lo que le dé resultado. Por eso la única regla de juego para permitir que cualquier pelafustán acceda a los medios electrónicos para hacer programas, es la garantía de pago, nada más. Y a esos medios no les importa lo que se difunda y el Estado no tiene quien los vigile y someta a control. En términos profesionales, ese modelo permitido perjudica la calidad de la comunicación y representa una afrenta en lo fundamental para el ejercicio del periodismo en República Dominicana. Acerca de esta última parte volveremos…