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Santiago: crisis, obras sin rumbo y promesas vacías

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Por Pedro Cruz Pérez

Pedro Cruz Pérez

El modelo de gestión del gobierno de Luis Abinader en materia de obras públicas intenta emular el de Leonel Fernández, pero adolece de fallas insalvables. Las megas obras de infraestructura han sido históricamente un motor de desarrollo en el país, un mérito que se le debe reconocer al ex presidente Fernández. Su administración inició en República Dominicana lo que podría denominarse una ola de transformaciones, que lo posicionan entre los mandatarios que han dejado un legado tangible para el progreso de la nación. Sin embargo, aunque Abinader ha buscado seguir su ejemplo, la experiencia no se improvisa.

La mayoría de las obras iniciadas por el actual gobierno no han podido culminarse, debido a la falta de planificación. Esto ha resultado en un peligroso desperdicio de recursos, materializado en una deuda que hipoteca el futuro del país. La población enfrenta las consecuencias de esta improvisación, altos precios de los alimentos, deficiencias hospitalarias, inseguridad ciudadana y pérdidas económicas para pequeños y medianos comerciantes y productores.

De manera magistral, Leonel Fernández destacó durante su intervención en el espacio La Voz del Pueblo, la paradoja que vive una provincia con recursos hídricos abundantes, donde sectores como Los Pepines, La Barranquita y Rafey padecen desabastecimiento crónico de agua. Señaló que, pese a que CORAASAN incrementó su nómina en un 170% desde 2012, la eficiencia no ha mejorado. «El 70% del agua se pierde por fugas y tuberías obsoletas», afirmó, mientras residentes como Willy Padilla denuncian recibir el servicio «a las 3 de la madrugada, por una hora». La politización de la institución y el desvío de fondos hacia gastos superfluos explican por qué Santiago sigue sedienta.

Resulta revelador que el ex presidente Fernández denuncie casos emblemáticos, como el teleférico de Santiago. Inaugurado en 2024 con una proyección de 72,000 pasajeros diarios, hoy transporta menos de 9,000 al mes. Fernández mostró videos de cabinas vacías y testimonios de choferes que lo tildan de «inútil». Pero más graves aún es el monorriel, su construcción ha paralizado el comercio en avenidas clave. Comerciantes como Dionisio Rodríguez, de Altos de Rafey, reportan calles destruidas, inundaciones de aguas negras y quiebras masivas. «Esto es improvisación pura», declaró Fernández, contrastándolo con el Metro de Santo Domingo, construido bajo su gestión con una planificación integral.

Frente a lo que calificó como «obras incompletas y promesas rotas», Fernández enumeró decenas de proyectos ejecutados durante sus gobiernos, desde la Universidad Autónoma de Santiago (UASD) hasta sistemas de acueductos en Villa González y ampliaciones viales. Llamo la atención la denuncia que da cuenta de que: «Un kilómetro de monorriel cuesta 23 millones de dólares; con ese monto, Santiago recibió escuelas, hospitales y parques industriales», recalcó. La crítica fue directa, mientras el gobierno actual prioriza inauguraciones simbólicas, descuida el mantenimiento y la visión a largo plazo. Aunque reconoció el valor estratégico de obras como el monorriel, Fernández insistió en que la población merece tranquilidad durante los procesos de construcción.

Al analizar, la crisis económica, se la atribuyó la devaluación del peso y la inflación acumulada (36% desde 2020) a políticas monetarias erráticas y un endeudamiento descontrolado. «El 36% del presupuesto se destina a pagar intereses de la deuda, no a invertir en agua o electricidad».

Sus palabras resonaron no solo como crítica, sino como alerta. Santiago refleja un país donde la falta de planificación profundiza las desigualdades. Mientras el gobierno navega entre inauguraciones mediáticas y reformas impopulares, la ciudadanía exige soluciones concretas. Ojalá esta advertencia, surgida desde el corazón del Cibao, impulse un debate serio sobre el modelo de desarrollo que merece República Dominicana.

Recientemente el presidente de la República dijo que el ex presidente Fernández tiene mucho que no viene a Santiago y el Dr. Leonel Fernández aprovechó para invitarlo a la casa, que gracias a la generosidad de amigos tiene prestada en un sector de la ciudad, para compartir un desayuno con él. Yo le agrego que quizás, en esa mesa, pueda germinar el diálogo que tanto Santiago como el país necesitan y el presidente Luís Abinader reciba algunos consejos que le ayuden a enderezar el rumbo de esta ejecutoria con tantas improvisaciones.

 

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