OEA: salida del infeliz Luís Almagro… Amaneciendo

 Buenos días. Si bien la OEA es una entelequia inútil desde las perspectivas de los intereses de América Latina, hay que admitir que, bajo el mandato del tristemente célebre Luís Almagro, tuvo una de sus más despreciables décadas. Con la elección ayer del canciller de Surinam como su nuevo Secretario General, Albert Ramdin, la entidad sale de la influencia de un personaje oscuro que le apartó de sus principios y propósitos, convirtiéndola en un instrumento propiciador de controversias y conflictos en gobiernos y Estados, que no se alinearon a los intereses que representó y sirvió. Su salida en mayo abre expectativas y esperanzas que se orientan en la aspiración colectiva de que la organización se ajuste al fiel cumplimiento de su misión. Luís Almagro se erigió en fragrante violador de mandatos como afianzar la paz y la seguridad del Continente; prevenir las posibles causas de dificultades y asegurar la solución pacifica de las controversias que surjan entre los Estados miembros. Además, procurar la solución de los problemas políticos, jurídicos y económicos que se susciten entre el los Estados miembros y promover, por medio de la acción cooperativa, su desarrollo económico, social y cultural. Esos propósitos contenidos en la Carta de la OEA, firmada en Bogotá en 1948 y puesta en vigor en 1951, fueron soberanamente burlados por un sujeto de acciones controversiales que promovió la intervención directa y asumió posturas  nefastas en países como Venezuela y Nicaragua, además de su proceder interesado y parcial en los casos de Colombia, Honduras, Cuba, Perú, Bolivia, República Dominicana, respecto al tema haitiano, y Bolivia frente al golpe de Estado contra Evo Morales. Por eso hay razones para aplaudir su salida y expresar la confianza de que el nuevo incumbente, ciña su gestión a los lineamientos originarios de la entidad. En cambio, el infeliz de Almagro debiera rendir cuentas por cada golpe que avaló, por cada democracia que intentó destruir, por cada pueblo que traicionó en su accionar contrario a los de nuestra América morena.