Buenos días. Nos referíamos ayer a las estrategias que con discreción se encaminan para imponer por ley el matrimonio gay en República Dominicana. Volvemos sobre el particular porque con el alegato de exigir el cese de la supuesta discriminación contra las personas que prefieren a otras del mismo sexo, se quiere hacer pasar como real una falsa desigualdad de género que no es más que una manipulación interesada, dado el hecho de que la igualdad de género es real en nuestro país y está protegida por la Constitución Dominicana. Una cosa es que respetemos su preferencia por otro hombre siendo usted hombre, y otra es que se pretenda imponer esa preferencia como un derecho al que la sociedad en su conjunto tenga que acogerse. Y lo peor es que no se reconzca el derecho a no aceptar esa aberración! La inclinación homosexual es un derecho individual a respetar, pero eso no quiere decir que esa preferencia tenga que ostentarse públicamente y mucho menos con ruidos sociales que no encajan con los sentimientos religiosos de los dominicanos, tampoco en sus gustos culturales, sus tradiciones y costumbres. Pero en el fondo lo que se promueve es una conspiración contra la familia, contra el matrimonio, contra la propia armonía de la naturaleza porque dos pájaros, dos lesbianas, jamás podrán garantizar la reproducción humana. Naturalmente, ese es un propósito político, una meta impulsada y a conquistar por quienes deciden el rumbo de la humanidad. El control de la natalidad no se ha logrado a través de las diversas fórmulas practicadas y su única salvación radica en la imposición de la cultura gay, que se construye sobre falsos derechos y valores que se hacen pasar como un supuesto “orgullo”.
