Buenos días. Probablemente se me carguen algunas recriminaciones por el planteamiento que a continuación paso a desarrollar. Previo, adelanto que no acostumbro a escribir por encargo y que no me sumo, como suelen hacer otros en su derecho, a difundir contenidos a cambio de beneficios. Pienso que es hora de meditar y reclamar un giro crítico de la voluminosa inversión que este gobierno, también los anteriores, hace cada año en materia de publicidad. Mantener un exorbitante gasto de entre 7 y 8 mil millones de pesos en el cacareo de la construcción de obras y otras soluciones de problemas en comunidades y provincias, es insostenible y cuestionable a la vez por razones varias. En primer lugar, el tratamiento que recibe la publicidad oficial se maneja como si lo invertido en una obra X, es gracias al sacrificio personal del presidente de turno o del partido en el poder. De ninguna manera el enfoque motiva a que el ciudadano genere conciencia, se empodere, comprenda con exactitud, que esa obra fue hecha gracias a que paga unos impuestos que el gobierno administra y con los que sustenta todas sus acciones, incluyendo las indicadas. En segundo lugar, con el costoso gasto el sacrificado es el ciudadano, no el gobernante, además de que solo genera retorno político a favor del partido en el poder. Naturalmente, beneficia también a un reducido puñado que controla el mercado de la publicidad y la propaganda. Por demás, ese modelo de inversión publicitaria es excluyente y bajo el esquema actual, solo debiera existir, en una reducida proporción, no para cacarear una acción a la que el gobierno está obligado, sino para explicar el por qué no se cumple con la demanda de cierta obra o solución en una comunidad. El tema abarca aristas vastas y complejas por lo que volveremos…