Buenos días. En el señor Milei, presidente de Argentina, lo que está ante la humanidad es una suerte de demente desenfrenado, un sujeto enamorado de su arrebatada paranoia, un engendro neofascista enfocado en hacer cada vez más disonante su accionar y figura. El desenfreno a su mayor escala es uno de sus gustos más saboreados y por el igual, el juego con medidas gubernamentales que no solo alborotan a Argentina por sus cuatro costados, sino que hace más difícil la situación de una inmensa mayoría ciudadana, esa que en los últimos tiempos ha sido víctima de sujetos con bandas presidenciales que se mueven entre el entreguismo asqueroso y el despiadado desprecio a los derechos de sobrevivencia digna de los argentinos. ¡Y aun así es aplaudido, estimulado, inflado, por quienes se favorecen de sus inverosímiles arrebatos! Es el espejo donde nuestros países y pueblos se contemplan como resultado de dejarse arrastrar en tiempos de campaña por discursos, ruidos y dádivas, que no son otra cosa que los efectos y consecuencias de una suerte de jumo emocional. Y lo peor es que horita vuelven las comparsas!