Por Julio Disla
El 4 de julio es una fecha emblemática en los Estados Unidos, celebrada como Dia de la Independencia. Esta jornada conmemora la adopción de la Declaración de Independencia en 1776, cuando las treces colonias americanas proclamaron su separación del Imperio Británico. Este día no es solo una celebración de la independencia política, sino también una reafirmación de los valores fundamentales sobre los que se cimentó la nación.
A mediados del siglo XVIII, las treces colonias americanas estaban sometidas a una serie de impuestos y leyes, que generaron un creciente descontento entre los colonos. La falta de representación en el Parlamento británico y las medidas restrictivas llevaron a un movimiento de resistencia que culminó en la Guerra de Independencia (1775-1783).
El 2 de julio de 1776, el Congreso Continental votó a favor de la independencia, y dos días después, el 4 de julio, adoptó la Declaración de Independencia, redactada principalmente por Thomas Jefferson. Este documento no solo proclamó la separación de Gran Bretaña, sino que también articulo principios universales de libertad e igualdad que han resonado a lo largo de la historia.
El contexto político de la celebración actual.
En medio de las celebraciones del Dia de la Independencia de Estados Unidos, la nación enfrenta desafíos internos como las divisiones políticas, crisis de la desigualdad y problemas de salud y vivienda para muchos ciudadanos, que pone al borde la posibilidad de una guerra civil. A las tribulaciones de pobreza y el desamparo se suma también la inseguridad poblacional.
En esta ocasión, la independencia se celebrará en medio de una profunda crisis, marcada por una gran aparente división política. En la disputa por la Casa Blanca hay dos partidos tradicionales, con objetivos y fines muy similares en lo que parece formal, pero a nadie escapa la fractura que aqueja a esta sociedad.
Dos grupos pertenecientes al poder real estadounidenses, sin embargo, discuten la hegemonía, camino a las elecciones de noviembre de este año. Por un lado, los casi absolutos dueños del poder real, BlackRock y Vanguard, las dos compañías más grandes del mundo en manejo de fondos, y el viejo poder económico estadounidenses que lucha por mantener sus privilegios.
En un país, en el que abundan las milicias fundamentalistas de extrema derecha, los grupos supremacistas, nubarrones de tormenta se ciernen sobre sus habitantes, más allá del pleito entre Republicanos y Demócratas.
Estados Unidos ocupa el liderazgo mundial en cuestiones de gran seriedad y gravedad, entre ellas el de la trata y el tráfico de personas, y el de mayor cantidad de armas disponibles en el mundo, con 390 millones de artefactos de fuego, más armas que ciudadanos.
Así mismo junto a Canadá y Albania, encabezan el ranking de los que más consumen cocaína y otras drogas, además de marcar la pauta entre bebedores de alcohol y barbitúricos. Una de las grandes contradicciones de la nación, está en que, siendo aún la más poderosa y rica del mundo, no hay cobertura de salud universal pública, por lo que sus habitantes requieren de un seguro médico.
Sin embargo, más de 41 millones de personas, de acuerdo con estudios realizado, carecen de cualquier tipo de seguro, ya que poseer uno significa pagar un costo muy elevado, sino forma parte de los programas del Estado. Como si fuera poco, un número récord de personas en Estados Unidos carecen de un hogar permanente para vivir. Se calcula que unos 653 mil 104 individuos duermen en las calles, según una encuesta anual realizada por Point’in Time Count.
Entre la música, el despliegue de luces de colores y la alegría de la fiesta nacional de independencia, muchas personas en este país tendrán poco o nada que celebrar. A las tribulaciones de las pobrezas, como indicaba más arriba, y la amenaza de guerra civil, en la que todos saben quiénes serán carne de cañón.
