Buenos días. La sociedad dominicana asiste a uno de los espectáculos más deprimente de su cuestionado Congreso Nacional. Sin ruborizarse si quiera al mostrar su desparpajo, senadores y diputados se enfrascan en un vergonzante pugilato en el que todo se reduce a conflictos marcados por sus intereses particulares. Como tigritos colegiales, se enfrentan por la agresiva defensa de los privilegios de cada quien y donde la gente, el pueblo, la sociedad, que ellos alegan representar, importa un bledo. Que si me quitan esto a ti hay que quitarte aquello, en fin, los señores senadores y diputados ignoran, se burlan, del sentir generalizado de una sociedad que puja, desde hace mucho tiempo, porque se eliminen los afrentosos e irritantes privilegios con que les premia la mentada democracia representativa. Es una galleta en la cara de la gente, una ofensa ante las precariedades que padecen, una burla grosera a los que van a pies, que a esos reyes se les permita traer en cuatro años nada más y nada menos que 500 vehículos de marcas sonoras, millonarias en dólares, de alta gama como Ferrari, Lamborghini, Porsche, Rolls-Royce, McLaren, Aston Martin y otros, en la que nos gastamos por encima de los dos mil millones de pesos. ¡Y lo peor es que esa perversidad inmerecida le representa a los legisladores un negocio redondo en tanto las exoneraciones sencillamente son vendidas. ¡Pero las cosas no terminan ahí! El privilegio se extiende también al mantenimiento a sangre y fuego de sendos cofrecito y barrilito, vergüenzas con las que se sangra al contribuyente y se le sustraen al pueblo cientos de millones de pesos que pudieran ser canalizados a resolver problemas que le agobian. Lo penoso es que la partidocracia está confabulada y se beneficia de semejante barbaridad.
