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Santiago bajo riesgo sísmico… Amaneciendo

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Buenos días. El pasado fin de semana y en el contexto del 1er. Congreso de Divulgación de Investigaciones Científicas y Tecnológicas del Postgrado de la UASD Santiago, el ingeniero sísmico Erving Vargas presentó una conferencia titulada “Riesgo y vulnerabilidad sísmica en la ciudad de Santiago. Puso en evidencia el riesgo que corremos e hizo un llamado a las autoridades locales y a la sociedad civil para “fortalecer los planes de contingencia, actualizar las normativas de construcción y promover una mayor educación sísmica en la población”. Y justo ayer, el director del Centro Nacional de Sismología, Ramón Delanoy, revelaba que en territorio dominicano se contabilizan entre 30 y 40 movimientos telúricos pequeños por día. Solo este miércoles, ocurrieron seis sismos de magnitudes de entre 2.5 y 3.3 grados. El contexto es lo suficientemente preocupante y en lo particular para Santiago de los Caballeros donde, según el ingeniero Vargas, estudios sísmicos arrojan resultados que presentan un gran riesgo que conlleva pérdidas de vidas, destrucción de edificaciones y pérdidas económicas considerables. Y lo peor es que frente a ese peligro latente, no hay a la vista ninguna política municipal ni oficial dirigida a educar, instruir, concientizar a la población acerca de que cómo comportarse, donde acudir, qué hacer ante un evento que pudiera presentarse en cualquier momento. Que recordemos, tenemos décadas escuchando estas advertencias y no hay que recordar que Santiago pasó por la trágica experiencia de haber sido borrado por un terremoto, pero, aun así, al parecer seguimos prefiriendo que se presente lo inevitable para entonces actuar. La ciudad, el Gobierno, las academias, las entidadades empresariales y sociales, la familia, las iglesias, todos los actores y agentes que comparten estas benditas tierras, deben acoger cuanto ante un plan preventivo que proporcione a la gente el conocimiento de lo que debe hacer ante un nunca deseado terremoto de gran magnitud. Mientras tanto, ¡que Dios que nos coja confesados!

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