Buenos días. Exponíamos ayer los riesgos que encarna para la soberanía de nuestro país, el hecho de que registremos en el libro de extranjería y dotemos de documentos dominicanos a miles de niños haitianos que nacen cada mes en nuestro territorio. Prometimos volver sobre el tema hoy porque hay implicaciones graves que son ignoradas por los dominicanos y que, nadie sabe con qué propósito, sectores internos y externos prefieren que sea así. Hay que decir, por ejemplo, que mientras a nuestras parturientas se les exige cuotas económicas en los hospitales, a las haitianas se les exonera de todo, incluyendo el costo de los partos por cesáreas. Además, nadie sabe a ciencias ciertas cuántas de esos miles de haitianas ilegales que vienen a parir, regresan con sus vástagos a la vecina nación, aunque la gente con facilidad puede deducir que no son todas debido a la profusa cantidad de niños y haitianos en general, que pueblan cada rincón de República Dominicana. Y una de las peores consecuencias de lo expuesto, tiene que ver con el hecho de que en nuestras escuelas es cada más más notoria la presencia de alumnos de origen haitiano. Esa realidad ya alcanza niveles que se colocan entre el 40 y 50 por ciento de los alumnos. ¡Y ese aspecto sí que es preocupante, aunque se prefiere ignorarlo! Lo es, como ya hemos advertido, por el inexplicable irrespeto que esos niños haitianos practican ante nuestros símbolos patrios. ¡Se resisten irremediablemente a cantar nuestro himno y ofrecer reverencia a nuestra bandera! Y ante esa ofensa inadmisible, ninguna autoridad del ambito educativo dice ni hace nada, una conducta reprochable que genera dudas acerca del compromiso que se debe tener con la irrenunciable defensa de nuestra soberanía. ¿Por qué se permiten esas cosas?