Buenos días. Lo menos que necesita en los actuales momentos República Dominicana, es meterse en una campaña electoral con miras al 2028. Es cierto que gobiernos y funcionarios de turno suelen vivir en permanente campaña, pero no se trata de una necesidad nacional ni nada parecido, sino de una práctica inútil y dañina que solo se justifica en la intención de retener el poder. Lo correcto es que cada integrante de una gestión gubernamental se enfoque y empeñe en contribuir a su éxito, una meta que al final pudiera resultar de mayor provecho que desviar su responsabilidad ante los gobernados. Desde esa perspectiva, resulta inaceptable que se permita desde el gobierno y el partido gobernante que, funcionarios del primer nivel, distraigan sus funciones para encargarse de proyectos políticos personales totalmente a destiempo y ajenos a los intereses del pueblo dominicano. La práctica no solo es irresponsable, es bochornosa y ofensiva en tanto alimenta, por demás, el uso de recursos del Estado que se supone deben destinarse al bien común. El país y sus ciudadanos prefieren que la agenda del gobierno y de cada uno de sus integrantes, se oriente a empujar a la nación hacia la superación de lastres que, en 500 años, tienen inexplicable vigencia entre nosotros. No hay necesidad de recordar cada uno de esos males porque el criollo, preferiblemente el ubicado en los extractos más carenciados, sobrevive en medio de ellos cada dia de su infausta existencia. En definitiva, el mejor proyecto político, la más noble aspiración que debe impulsar al funcionario, tiene que ser servir con eficacia para beneficio de todos.