Buenos días. El impulsivo aumento de los apagones ha motorizado un incremento considerable de las quejas ciudadanas, convirtiéndose a la vez en caldo de cultivo de protestas en gestación. La interrupción constante del servicio eléctrico no solo incomoda a los hogares, sino que sitúa en situaciones difíciles a lo micro, pequeño y medianos negocios. La magnitud de su impacto y la presencia tan asidua y perniciosa, llevaron al presidente Luis Abinader a reconocer ayer que los apagones molestan, son insostenibles, deben disminuir, lo que aprovechó para solicitar de la ciudadanía “ponerse al día con sus facturas”. Los apagones constituyen hoy un dolor de cabeza, resultan irritantes y evidencian que, otra vez, el negocio eléctrico está resquebrajado por las mismas fallas que en gran medida se habían corregido. Así lo considera el obispo de la diócesis de San Juan de la Maguana, monseñor Tomás Alejo, quien alertó acerca de que los apagones constituyen una crisis que no beneficia ni a la clase empresarial ni a los ciudadanos comunes, y que incluso afecta al mismo Gobierno, aunque destacando que este “heredó un sector energético que funcionaba de manera eficiente, con un servicio eléctrico disponible las 24 horas». De ahí que estime de injusticia y estafa a los ciudadanos dominicanos, el que se les prive del servicio eléctrico entre tres, cuatro e incluso cinco horas diarias, «mientras se les cobra como si el servicio fuera normal». Cualquiera que sea el motivo de los benditos apagones, hay que reconocer que el fluido eléctrico ha experimentado un inquietante retroceso, como lo ha dicho el presidente, solo que en lo particular, dudamos que se pudiera corregir con tan únicamente una parte de los dominicanos que no paga el servicio, se pongan al día.
