
Por Daniela García

El humo blanco salió de la chimenea de la Capilla Sixtina este 8 de mayo y la tradicional frase en latín Habemus Papam que anuncia la elección de un nuevo Papa, ha resonado una vez más en la Plaza de San Pedro. Pero esta vez, para los dominicanos, tiene un eco especial.
“Tenemos Papa”, el nuevo líder de la Iglesia Católica León XIV no solo es el primero nacido en Estados Unidos, sino que lleva en su historia familiar venas del Caribe: de decendencia dominicana, naturalizado peruano y formado en contextos marcados por la diversidad, la migración y las luchas sociales.
Su nombre Robert Francis Prevost, ya figura en los titulares del mundo. Nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, Estados Unidos. Fue ordenado sacerdote el 19 de junio de 1982. Su elección ha sido recibida con sorpresa en algunos sectores y con esperanza en otros. No se trata de un rostro proveniente de las élites vaticanas tradicionales, sino de alguien cuya biografía habla del mestizaje cultural y los desafíos contemporáneos de la Iglesia: un hombre que ha vivido entre comunidades migrantes, que ha alzado la voz contra la exclusión, y que ha denunciado sin ambigüedades las políticas anti migratorias impulsadas por Donald Trump.
Para República Dominicana, su elección tiene un valor simbólico inmenso. No es que el Papa sea dominicano, pero sus raíces están profundamente ligadas a esta tierra. Y es que su madre, Mildred Martínez Prevost, es hija de un dominicano.
Este nuevo pontificado, que apenas comienza, llega en un momento de incertidumbre global, frente a importantes temas como: La guerra, el cambio climático, las políticas anti-migrantes y el descontento rosando la falta de fe, son parte del panorama que enfrentará. Pero también es una oportunidad para redefinir el liderazgo moral y espiritual con un rostro que represente la pluralidad del mundo moderno.
Desde la República Dominicana, el Caribe y toda América Latina, el mensaje es claro: por primera vez, la silla de Pedro es ocupada por alguien que ha sentido en carne propia lo que significa migrar, levantar la voz por los que no tienen voz. Habemus Papam, sí, y también tenemos Fe y Esperanza.