Razonando
Por Alejandro Espinal
Recientemente circuló en las redes sociales un video de un joven acompañado de un niño que pedía, con los ojos llenos de lágrimas, al presidente Luis Abinader, al influencer Santiago Matías y al Salón de la Fama del Béisbol de las Grandes Ligas, David Ortiz, el Big Papi, que lo ayudaran a quitarle las fichas que tiene en la policía por dos actos delictivos que había cometido.
Según el joven, que no se identificó, no puede conseguir trabajo en ningún lado, ya que desde que introducen su nombre en la base de datos de la policía salen sus días oscuros. Dice también estar pasando muchas necesidades, que quiere trabajar para mantener a su familia con su pareja y dos hijos, pero tiene un obstáculo mayor: las fichas que delatan la vida desordenada que llevó o lleva.
No se sabe si ya ese joven está arrepentido de su pasado o sigue como el hombre aquel, «tan campante».
Lo cierto es que, culpable o no, las llamadas fichas policiales deben ser revisadas en su uso.
Deben ser más actualizadas e imponer una escala que, de acuerdo al delito, se les impongan tantos años para salir de la plataforma de la policía.
Naturalmente, el delito no se borra nunca, a menos que no sea por una ley de amnistía.
Es necesario darles un seguimiento a esos jóvenes, para que en base al tiempo del delito cometido y su no reincidencia en un delito por el que fue condenado o en uno nuevo.
No podemos condenar de por vida a personas que ya han pagado con el encierro su error. Hay una gran cantidad de jóvenes que no pueden tener un trabajo formal por las llamadas fichas.
No se sabe ahora, pero hace muchos años que en los estamentos corruptos de la policía cobraban una suma jugosa de dinero para supuestamente «borrar» una ficha.
El sistema judicial y penal de nuestro país no puede ni debe fabricar delincuentes para toda la vida, y debe ayudar a los que están en un proceso de rehabilitación social a que se integren en la sociedad.
De lo contrario, estaríamos fabricando delincuentes ante nuestras propias narices.