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Embargo a Cuba: política cruel que perpetúa la pobreza

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Bandera de Cuba
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Más de seis décadas de bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos a Cuba han dejado una estela de devastación que no solo ha afectado a la economía de la isla, sino que ha generado un sufrimiento incalculable para su población. Si bien el gobierno de Estados Unidos sostiene que estas sanciones buscan presionar al régimen cubano hacia la democracia, la realidad es que sus efectos recaen sobre los sectores más vulnerables del pueblo cubano, quienes sufren diariamente las consecuencias de una política que ha sido condenada por la comunidad internacional.

El embargo, impuesto formalmente en 1962 y endurecido en múltiples ocasiones, ha costado a Cuba más de *154 mil millones de dólares* en pérdidas acumuladas. Esto ha dificultado gravemente el acceso a insumos vitales como alimentos, medicinas y combustible, y ha obligado al país a recurrir a mercados lejanos y caros para adquirir lo que necesita. A pesar de ello, el pueblo cubano ha demostrado una increíble capacidad de resistencia. Tras 67 años de sanciones implacables, la isla sigue en pie, con un sistema que ha logrado avances notables en áreas que deberían avergonzar a sus detractores.

Cuba ha hecho avances significativos en sectores críticos como la medicina, a pesar de los inmensos obstáculos impuestos por el embargo. A lo largo de los años, la isla se ha ganado el respeto

internacional por su sistema de salud, que ofrece atención médica gratuita y de calidad a toda su población. Este logro es aún más impresionante si se considera que el bloqueo ha impedido la adquisición de tecnologías médicas avanzadas y medicamentos esenciales. En plena pandemia de COVID-19, Cuba enfrentó dificultades para acceder a suministros médicos, como el oxígeno, debido a las restricciones estadounidenses. No obstante, desarrolló sus propias vacunas, demostrando una capacidad científica admirable.

La Organización Mundial de la Salud ha destacado repetidamente los logros de Cuba en salud pública. Su tasa de mortalidad infantil, por ejemplo, es de *4.9 por cada 1,000 nacidos vivos*, una cifra inferior incluso a la de muchos países desarrollados. Además, Cuba ha logrado erradicar enfermedades como la polio y la malaria, y ha exportado médicos a países en desarrollo, brindando asistencia a millones de personas alrededor del mundo, en lo que ha sido denominado «la diplomacia médica cubana».

El sistema educativo cubano es otra muestra del éxito de la isla, a pesar del bloqueo. La educación en Cuba es gratuita y universal, desde la primaria hasta la universidad, un logro impresionante para un país que enfrenta constantes restricciones económicas. La tasa de alfabetización de Cuba es del *99.8%*, una de las más altas del mundo. Esta cifra demuestra que, a pesar de las dificultades económicas impuestas por el embargo, Cuba ha priorizado el desarrollo intelectual y humano de su población.

Mientras que en muchos países de América Latina el acceso a la educación de calidad sigue siendo un privilegio para las élites, en Cuba es un derecho garantizado para todos. El sistema educativo cubano ha sido reconocido por su enfoque en la formación integral, fomentando no solo el conocimiento académico, sino también valores de solidaridad y compromiso social. Los estudiantes cubanos destacan internacionalmente en competencias científicas y técnicas, y muchos de ellos reciben formación especializada en biotecnología, medicina y otras disciplinas estratégicas, lo que ha permitido al país mantenerse competitivo en la investigación científica, incluso bajo el peso del embargo.

Desde la Revolución de 1959, Cuba ha experimentado un desarrollo impresionante en el ámbito deportivo, logrando convertirse en una de las potencias mundiales en diversas disciplinas, a pesar de las limitaciones impuestas por el bloqueo. En los Juegos Olímpicos, desde 1964 hasta la fecha, los atletas cubanos han ganado *84 medallas de oro* y más de *220 medallas* en total, destacándose en deportes como el boxeo, la lucha, el atletismo y el judo. Este éxito ha sido fruto de un enfoque integral en el desarrollo del deporte desde edades tempranas, con un sistema de entrenamiento estatal que asegura la participación de todos, independientemente de su origen social.

El sistema deportivo cubano, basado en la educación física desde la infancia, ha permitido que el país sobresalga a nivel internacional, a pesar de la falta de acceso a materiales y equipos que el embargo ha dificultado obtener. Deportistas como Teófilo Stevenson, tres veces campeón olímpico de boxeo, y Mijaín López, con cuatro oros olímpicos en lucha grecorromana, son solo algunos de los ejemplos de cómo los cubanos han logrado imponerse en el escenario global, demostrando que la voluntad y el talento pueden superar las barreras impuestas por la política internacional.

A menudo se señala al sistema de gobierno cubano como el principal responsable de la pobreza en la isla. Sin embargo, este análisis ignora el impacto devastador del embargo estadounidense, una política que ha asfixiado la economía cubana durante más de medio siglo. Desde 1960, Estados Unidos ha impuesto sanciones cada vez más estrictas, impidiendo que Cuba acceda a mercados internacionales, reciba inversiones extranjeras o importe bienes esenciales. Incluso en sectores tan sensibles como la salud, las restricciones impiden que la isla adquiera equipos médicos y fármacos, lo que ha agravado las condiciones de vida de millones de cubanos.

Un ejemplo claro de esto es la Ley Helms-Burton de 1996, que reforzó el embargo al permitir sanciones contra empresas extranjeras que hagan negocios con Cuba. Esta ley ha tenido un efecto disuasorio en empresas de todo el mundo, que temen represalias de Estados Unidos si invierten en la isla. Como resultado, Cuba se ha visto excluida de los circuitos comerciales globales, lo que ha limitado su capacidad de desarrollo económico.

La pobreza en Cuba, por tanto, no puede explicarse únicamente por las políticas internas del gobierno, sino que es, en gran medida, el resultado de una estrategia de «guerra económica» impuesta desde el exterior. La población cubana vive bajo condiciones extremas, con escasez de productos básicos, largas colas para conseguir alimentos y precios inflados, todo ello exacerbado por un bloqueo que, según muchos, viola las normas del comercio internacional.

El embargo estadounidense contra Cuba ha sido condenado por la comunidad internacional de manera casi unánime. Desde 1992, la Asamblea General de la ONU ha votado cada año una resolución para poner fin al bloqueo. En la votación de 2023, 187 países votaron a favor de levantar el embargo, mientras que solo dos (Estados Unidos e Israel) votaron en contra, con una abstención (Ucrania). Esta tendencia ha sido constante durante décadas, lo que refleja el aislamiento diplomático de Estados Unidos en este tema.

El bloqueo a Cuba es una política cruel e inhumana que ha perpetuado la pobreza en la isla y ha causado sufrimiento innecesario a su población. Sin embargo, lo que resulta aún más impresionante es la capacidad del pueblo cubano para resistir. A pesar de seis décadas de sanciones, Cuba ha logrado avances notables en áreas como la medicina, la educación y el deporte, demostrando que su pueblo sigue de pie, luchando con dignidad por su derecho a una vida mejor. Este acto de resistencia es, sin duda, un testimonio de heroísmo frente a una política que, lejos de castigar a sus gobernantes, ha condenado a todo un país a décadas de privaciones.

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