Buenos días. La apacible Ciudad Corazón ha vuelto a sentir con fuerza el recrudecimiento de los actos de violencia. Desde raptos hasta asesinatos, los titulares de los diarios dan cuenta de las consecuencias lamentables de un fenómeno que tiene preocupados a muchos. No pocos ven que el primer Santiago de América se convierte en una suerte de meca del crimen organizado. Y esa desagradable particularidad la asocian al hecho de que, en la última década, Santiago se ha transformado en un paraíso del narco, el lavado y el tráfico de mercancía sexual proveniente de otras latitudes de nuestra América morena. La ciudadanía no deja de recordar que hace unos meses fue desmantelada una red de tráfico que tenía secuestradas a decenas de mujeres colombianas, por igual, recuerda y siente en carne propia los asesinatos que tienen su origen en el mundo de narcotráfico. No hay que sonrojarse ni sentir temor al afirmar que la Ciudad Corazón ha pasado a ser una enorme burbuja del crecimiento inmobiliario, un fenómeno que despierta generalizadas dudas y sospechas. El crecimiento de Santiago en ese y otros ámbitos es más que visible, solo que no genera bienestar colectivo. En definitiva, es una suerte de bum que le rompe los ojos a cualquiera. Nada más.
