Buenos días. Fluyen en ocasiones intentos directos y simulados de cohibir la libertad de pensamiento y acción, incluso en el contexto de supuestas democracias maduras y funcionales. Los límites a una libertad plena muchas veces se ejecutan con acciones que afectan a los medios informativos y al sujeto social en particular, especialmente cuando quienes ostentan el poder político y económico consideran en riesgos sus sagrados intereses. Eso en ocasiones facilita visos de controles que no se supone tengan cabida en este modelo de sistema político. Lo cierto es que se enrarece el ambiente ante el apetito de querer taparle la boca a los que puedan cuestionar el estado de cosas, que se prolonga en el tiempo y que quiérase o no, pone de rodillas las predicadas bondades de estas expresiones políticas. Hay la intención de poner trabas legales que disimulan el abominable interés de colocar un trapo en el “hocico” a medios y periodistas, tarea en la que se involucra una suerte de “tigueraje” ilustrado, reacio al ejercicio pleno de los derechos sobre los que se fundamenta la propia democracia. ¡Hay que tener mucho cuidado con eso!