Buenos días. Pudiera afirmarse que la sociedad luce un tanto abrumada por el cúmulo de anuncios oficiales, que versan acerca de diversas reformas. Hay aprehensiones, controversias, incertidumbres y demás, principalmente por el golpe de intenciones de modificar la Constitución, realizar una reforma fiscal, fusionar ministerios y direcciones, recortar el número de diputados así como separar las elecciones. Cada uno de los elementos expuestos amerita de ponderaciones especiales y particulares, solo que por esta ocasión nos referiremos a una posible separación de las elecciones presidenciales y legislativas. El modelo de unificación tiene ya más de 30 años y no se conocen, a ciencias ciertas, los beneficios aportados tanto a la economía criolla como a la democracia. La separación de ambos procesos, que es resultado de copiar cosas que otros allá afuera hacen, representa un sacrificio económico incensario e injusto, si partimos de que este país carece de recursos para encarar, de una vez y por todas, necesidades elementales que son padecidas por décadas por los menos pudientes, que son la mayoría. Tomar una u otra decisión debiera basarse en una ponderación seria de los resultados logrados como nación, que en conclusión son mucho menos que más. Naturalmente, será difícil que la separación prospere porque hay en juego miles de millones de pesos, que derivan en negocios de los que muchos se benefician. Principalmente los partidos políticos.