Buenos días. Estamos en Semana Santa, una tradición católica que se ha degrado de manera sustancial y donde prevalecen manifestaciones contrarias a lo que otrora significaban estos días santos. Bullanguerías al extremo, romo, sexo en playas y balnearios, consumo de alcohol y drogas, accidentes de tránsito, en fin, una negación estridente y vulgar de lo que en esencia representaba la Semana Mayor. Y a pesar de los esfuerzos para prevenir accidentes y preservar vidas, al final los espacios de prensa son copados con notas trágicas que informan acerca del número de muertos, heridos, ahogados e intoxicados. Año tras año la historia se repite, siempre persisten las funestas estadísticas que revelan, por un lado, la poca importancia que confieren los vacacionistas a los llamados de alerta y a los programas de asistencia, orientación y socorro, al propio tiempo, la poca disposición de contribuir a preservar sus propias vidas. Aunque volvamos a llover sobre lo mojado, hay que pedir a estos que al menos respeten la vida de los demás…
