En la encrucijada de la democracia, donde las urnas se llenan de esperanzas y desencantos, República Dominicana enfrenta un dilema crucial: la creciente abstención electoral. El 19 de mayo de 2024, el país presenció un proceso electoral marcado por la indiferencia de una gran franja de ciudadanos.
La tendencia ascendente de la abstención, que ya ronda el 50% de los votantes habilitados, es un grito silencioso que clama por un cambio profundo en el sistema político.
¿Qué nos dice esta abstención masiva? Más allá de las cifras, revela un hartazgo hacia el liderazgo tradicional, tanto en el oficialismo como en la oposición. Los votantes se sienten cada vez menos representados, y las propuestas no logran despertar su interés. Es hora de mirar hacia dentro, de someter a los partidos a una revisión sincera y autocrítica. Los resultados electorales desde 1996 han sido un llamado urgente: el pueblo exige algo nuevo, no solo en términos de edad, sino también en ideas y enfoques.
Los dinosaurios del patio, aquellos actores políticos que se aferran al poder, deben entender que no se trata solo de cambiar de persona, sino de transformar el sistema en su conjunto. La renovación es imperativa. Pero, ¿cómo lograrlo?
Liderazgo Fresco: Comencemos por renovar el liderazgo. Los viejos esquemas ya no funcionan. Los partidos deben abrirse a nuevas caras, a mentes frescas que desafíen la inercia. No más listas de nombres predefinidas que recorran el país como una línea trazada. La democracia necesita líderes que inspiren, que escuchen y que se atrevan a innovar.
Sin Cortapisas ni Amarres: El proceso de renovación debe ser abierto y democrático. Sin cortapisas, sin zancadillas. Los amarres solo perpetúan el statu quo. La militancia debe tener voz y voto real en la elección de sus representantes. La autoridad actual debe usar su poder para garantizar que las cosas se hagan correctamente, sin manipulaciones.
Propuestas Transformadoras: Los partidos deben presentar propuestas que vayan más allá de lo superficial. No basta con promesas vacías. La economía, la educación, la justicia social, la seguridad: estos son los temas que importan. El pueblo necesita sentir que su voto puede cambiar el rumbo del país.
Despertar el Deseo de Votar: La abstención es un síntoma de desencanto. Hay que devolverle al pueblo la fe en el sistema. ¿Cómo? Con transparencia, con resultados tangibles, con un compromiso real de mejorar la vida de todos. La política no puede ser solo un juego de poder; debe ser un servicio a la comunidad.