Buenos días. La magistrada Miriam Germán aprovechó su rendición de cuentas como procuradora general de la república, que ofreciera este martes, para denunciar supuestas presiones y “enfrentamientos irreconciliables”, que alega debió soportar en el desempeño de sus funciones. Atribuyó el hostil comportamiento a “sectores internos” que consideran la justicia como “un juego de intereses individuales y no una vocación sagrada”. Aseguró que los mismos no lograron hacerla claudicar porque “mis principios se imponen ante todo”. Lo penoso de la denuncia es que Miriam Germán priva a la sociedad del derecho de conocer quién o quiénes son los que, al interior de la Procuraduría General, manejan la justicia como un mercado donde prevalecen los intereses personales por encima de la misión que le confieren las leyes. La magistrada debió en esa parte aplicar los principios que enarbola e identificar con responsabilidad, a los actores que desempeñan tan desdeñable y deplorable papel en ese importante órgano del Estado. La denuncia encarna una gravedad que debe provocar la atención del conjunto de la sociedad dominicana. Pero lamentablemente en nuestro país se ha hecho norma denunciar la acción, generalmente no a quien la provoca, lo que en esencia es una forma de imperdonable encubrimiento.