Buenos días. El auge de prácticas dañinas a la conducta humana y social no deja de crecer en República Dominicana. Y lo que más preocupa del fenómeno, es que el entorno preferido lo componen la niñez y la adolescencia. Naturalmente ellos son consecuencias, no causa, de un modelo social deshumanizante que se esfuerza cada vez más en demostrar su capacidad de inducción a prácticas antisociales y vicios generalizados. Hace poco, la UNICEF advertía que el 53% de los adolescentes dominicanos tiene acceso a contenido sexual en línea y solo ayer, un procedimiento de inspección escolar en Santiago de los Caballeros evidenció que los niños llevan a las escuelas en sus mochilas, asuntos como vapes, armas blancas, celulares, entre otras cosas. En el panorama enjacan las estadísticas de jovencitas que se embarazan temprano en nuestro país. ¿Qué está pasando? ¿Son estas situaciones fortuitas o solo se corresponden con los mal llamados tiempos modernos? Niñez y adolescencia representan futuro, representan mercados para el vicio que hay que asegurar a tiempo y, en consecuencia, trabajarlos desde diferentes frentes. Luce pues que nada es fortuito, que toda la debacle que se promueve tiene propósitos que cumplir. Y no está esta desconectada de la explosión de los puntos de drogas, de la imposición de estereotipos sociales y modelos de consumo, tampoco de la promoción de la homosexualidad. Quizás una de las peores tragedias de lo que está a la vista, es la disfuncionalidad del hogar. Pero esa esa una triste realidad que a nadie parece importar.