En la política dominicana, la relación entre un partido gobernante y sus aliados ha sido históricamente compleja. Aunque podría parecer que aliarse con el partido en el poder ofrece ventajas significativas, la realidad es que estos partidos aliados a menudo enfrentan serias dificultades para crecer y desarrollarse de manera independiente. Este artículo analiza cómo, lejos de beneficiarse, los partidos que se alían con el gobierno tienden a diluir su identidad, perder autonomía y, en última instancia, estancarse o incluso desintegrarse, utilizando ejemplos de la historia política reciente en la República Dominicana.
La desventaja de ser un partido satélite
Una de las principales dificultades que enfrentan los partidos aliados al gobierno es la pérdida de identidad política. Cuando un partido decide aliarse con el partido en el poder, corre el riesgo de ser visto como un «partido satélite», es decir, un partido que gira alrededor del principal, apoyando sus políticas sin cuestionarlas y sin ofrecer una agenda propia. Esta situación debilita la capacidad del partido aliado para presentarse como una alternativa viable ante el electorado, ya que sus propuestas y acciones son percibidas como meras extensiones del partido gobernante.
Un ejemplo claro de esta dinámica es el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), que tras la muerte de su líder fundador, Joaquín Balaguer, optó por aliarse con el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en varias elecciones. Aunque la alianza permitió al PRSC mantener cierta presencia en la escena política, también lo condenó a la irrelevancia, ya que su identidad como partido independiente se diluyó progresivamente. Los votantes que alguna vez apoyaron al PRSC por sus políticas conservadoras y nacionalistas terminaron migrando hacia otros partidos, viendo al PRSC como una sombra del PLD y no como una opción real de poder.
La dificultad de diferenciarse
Otra dificultad clave para los partidos aliados al gobierno es la falta de diferenciación. En un sistema democrático, los partidos políticos necesitan diferenciarse claramente de sus competidores para atraer votantes. Sin embargo, cuando un partido se alía con el gobierno, esta diferenciación se vuelve extremadamente difícil. Cualquier crítica que pudiera hacer al gobierno se ve limitada por la propia alianza, y cualquier propuesta independiente corre el riesgo de ser interpretada como una traición o una muestra de deslealtad.
El caso del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en su alianza con el PLD durante la presidencia de Danilo Medina es un ejemplo ilustrativo. Tras décadas de ser el principal partido opositor, el PRD decidió aliarse con el PLD, esperando mantener su relevancia política y obtener beneficios al estar cerca del poder. No obstante, esta alianza resultó ser perjudicial para el PRD, que vio cómo su base electoral se reducía drásticamente. La falta de diferenciación del PLD llevó a que muchos de sus votantes históricos migraran al recién fundado Partido Revolucionario Moderno (PRM), que ofrecía una oposición real y diferenciada al gobierno.
La pérdida de autonomía y agenda propia
Además de la pérdida de identidad y la dificultad para diferenciarse, los partidos aliados al gobierno enfrentan la pérdida de autonomía. Al aliarse con el partido en el poder, los aliados a menudo se ven obligados a subordinar su agenda política a la del gobierno, renunciando a prioridades y propuestas que podrían haber sido fundamentales para su crecimiento y desarrollo. Esta subordinación puede alienar a sus bases y provocar divisiones internas, ya que los militantes más comprometidos con la agenda original del partido pueden sentirse traicionados.
Un ejemplo reciente es el de Alianza País (AlPaís), que tras aliarse con el PRM en las elecciones de 2020, ha enfrentado tensiones internas sobre su futuro. Muchos de sus miembros más radicales critican la falta de independencia del partido y la incapacidad de avanzar en sus propias propuestas de transformación social. Esta tensión interna ha generado un debate sobre si la alianza fue un error estratégico que podría poner en riesgo la continuidad del partido como una fuerza política relevante e independiente.
La cooptación y el estancamiento
Finalmente, los partidos aliados al gobierno corren el riesgo de ser cooptados por el poder, lo que a menudo resulta en estancamiento o desaparición. La cooptación ocurre cuando los líderes del partido aliado son absorbidos por el aparato gubernamental, aceptando cargos y beneficios que les impiden criticar o distanciarse del partido gobernante. Esta dinámica reduce la capacidad del partido aliado para actuar como una fuerza política independiente y lo convierte en un mero apéndice del gobierno.
El caso del Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD) ilustra este punto. Después de aliarse con el PLD, muchos de sus líderes clave fueron incorporados al gobierno en diversos cargos, lo que debilitó la capacidad del PRSD para actuar como una fuerza política con agenda propia. Con el tiempo, el partido se volvió prácticamente irrelevante en la política nacional, demostrando que la cooptación por parte del gobierno puede ser letal para el crecimiento de los partidos aliados.
El costo de ser aliado
La experiencia política en la República Dominicana demuestra que ser un partido aliado al gobierno trae consigo más dificultades que ventajas. La pérdida de identidad, la dificultad para diferenciarse, la pérdida de autonomía, y la cooptación son obstáculos significativos que limitan el crecimiento y desarrollo de estos partidos. En lugar de fortalecerse, los partidos aliados al gobierno a menudo se encuentran atrapados en una posición de dependencia y subordinación que les impide actuar como fuerzas políticas independientes y relevantes. Para crecer y desarrollarse, un partido necesita mantener su independencia, articular su propia agenda y, en muchos casos, desempeñar un rol crítico frente al poder.