Mientras me encontraba de reposo por razones de salud, me ocupé de revisar muchos de mis libros; y entre ellos poemas escritos por muy buenos poetas dominicanos. Se destacan: Manuel del Cabral, Pedro Mir, Joaquín Balaguer, Salomé Ureña, Tomás Hernández Franco, José Mámol Mateo Mórrinson Juan Antonio Alix y otros. Además, más se setecientos poetas que componen el extenso poemario de la Enciclopedia Dominicana. En esa faena medité sobre el olvido de esos grandes poetas y sus valiosas obras, observando que en las redes sociales y otros medios sólo tienen cavida para autores extranjeros. Y recordé tener en archivo una publicación de un honorable personaje del arte dramático y otras disciplinas culturales, que precisamente hace fuertes críticas acerca del gran olvido del poeta Pedro Mir. Me parece que la ocasión es oportuna para compartir con usteders dichas reflexiones.
Pedro Mir, Poeta Nacional
(Contra el olvido)
Por Lincoln López
“Si alguien quiere saber cuál es mi Patria…no la busque, no pregunte por ella. Siga el rastro goteante por el mapa y su efigie de patas imperfectas…” y verá como por versos como esos y otros, es considerado uno de nuestros poetas fundamentales del siglo xx. En ellos se manifiesta un compromiso social con nuestros pobres y explotados. Premio Anual de Poesía en 1975.
«Y verá que su portentosa obra en verso ha sido conducida por el camino infame del olvido, y su osamenta, no ha sido trasladada aún al lugar que merece: el Panteón de la Patria, lugar donde deben conservarse los restos de los personajes destacados de nuestra historia. ¿O no lo merece nuestro Poeta Nacional, declarado como tal por el Poder Legislativo en 1984?
“No pregunte si viene del rocío o si tiene espirales en las piedras o si tiene sabor ultramarino…” y verá que ese poeta, ensayista, historiador, profesor y doctor en Derecho en 1941 de la Universidad (Autónoma) de Santo Domingo, había nacido en San Pedro de Macorís el 3 de junio de 1931 y ciudad donde escribió sus primeros versos. En 1993 se le concedió el Premio Nacional de Literatura.
“No la busque ni alargue las pupilas…” en los estudiantes dominicanos donde su nombre es un rumor de cinco letras y tres de un apellido posiblemente para memorizarlo en una evaluación educativa dentro de una prueba escrita; sin elementos reflexivos y mucho menos crítico para saber que en esos versos late parte de nuestra identidad…Aquel que fuera condecorado póstumamente por el Poder Ejecutivo en 2021.
“No quiera saber si hay bosques, trinos, penínsulas muchísimas y ajenas… o si hay varios destinos de bahías y todas extranjeras”. Tampoco quiere saber si “Hay un país en el mundo” o un “Contracanto a Walt Whitman” o un “Amén de mariposas” para saber que “cuando supe que habían caído las hermanas Mirabal me dije: la sociedad establecida ha muerto”. ¿Para qué saberlo? Apenas menciones en las “Efemérides Nacionales”, sin impresiones populares de sus textos, quizás algún anónimo servicio religioso. Mucho menos que conozcan “Las raíces dominicanas de la Doctrina Monroe”. Premio Nacional de Historia (1974).
“…Su puño de silencio en cada boca, su borbotón de ira en cada mueca, sus manos enguantadas en la fábrica y sus pies descalzos en la carretera…”. Un silencio guiado para el olvido, por ser tu obra, un arte comprometido socialmente y revolucionario.
¿Dónde habrá que buscar la respuesta por esa falta grave de olvido inducido?
“No, no la busque.
Tendría que pelear por ella”.