Buenos días. El cierre del año 2024 nos permite hacer un balance crítico e identificar los resultados, positivos y negativos, de los hechos y acontecimientos que sucedieron e impactaron a los dominicanos. En esta oportunidad preferimos enfocarnos en lo que consideramos los cuatro principales y más miserables lastres que sufrimos en carne propia y que vimos fortalecerse en República Dominicana: los asesinatos de mujeres, las muertes provocadas por los accidentes de tránsito, el tráfico y consumo de drogas y los privilegios de que disfrutan partidos y políticos, que tienen su mayor expresión en el Barrilito, el Cofrecito y el financiamiento inútil. Respecto al primer escenario, como nación demostramos con creces que el Estado, la sociedad y sus instituciones fácticas, volvieron a fracasar en la tarea de frenar el asesinato de mujeres. Crecimos en el área de los accidentes de tránsito y el fenómeno se volvió a destacar como una epidemia maldita que, con sus aborrecibles estadísticas, no solo colocan al desnudo la incapacidad estatal para lograr correctivos, sino que nos dejan como vergonzoso legado ser los primeros en el mundo en pérdida humana. El tráfico y consumo de drogas se coronaron como la actividad más pujante e invasiva, al grado de que, al cierre del año, presentaron como trofeo la mayor cantidad de cocaína movida en todos los tiempos, aunque quedaron más interrogantes que respuestas en torno al caso. Y los privilegios que disfrutan partidos y políticos, diputados y senadores, que en 2024 alcanzaron niveles de ruidos insuperables por ser un año electoral. Quedó demostrado que República Dominicana perdió la batalla contra los lastres citados y se proyecta que será casi imposible que pueda superarlos en 2025. Continuaremos…