En el actual debate sobre la reforma fiscal, nos encontramos en una encrucijada donde la necesidad de ajustes se enfrenta a la resistencia tradicional. La base impositiva, que tradicionalmente ha descansado sobre las espaldas de la clase trabajadora y las pequeñas y medianas empresas, se ve amenazada por la evasión y las exoneraciones fiscales que benefician a un sector reducido.
La reforma fiscal se presenta como una oportunidad para corregir estas desigualdades, pero también como un campo de batalla donde diferentes intereses luchan por prevalecer. Por un lado, están aquellos que abogan por una mayor equidad en la distribución de la carga tributaria, buscando que aquellos con mayor capacidad contributiva aporten en proporción a sus ingresos. Por otro lado, se encuentran los defensores de los beneficios fiscales existentes, quienes argumentan que estos incentivan la inversión y el desarrollo económico.
El desafío está en encontrar un equilibrio que permita al Estado recaudar los fondos necesarios para sus funciones esenciales, sin ahogar la economía ni perpetuar las injusticias del sistema actual. La evasión fiscal, un mal endémico que socava los cimientos de la justicia tributaria, debe ser combatida con firmeza. No obstante, la solución no es tan sencilla como parece. Las exoneraciones fiscales, aunque a menudo criticadas, tienen su razón de ser en ciertos contextos, como el fomento de sectores estratégicos o la atracción de inversiones extranjeras.
En este complejo escenario, la reforma fiscal debe ser abordada con una visión integral, considerando no solo los aspectos técnicos sino también las realidades sociales y económicas. Es imperativo que el debate se enriquezca con la participación de todos los sectores involucrados y que las decisiones se tomen con base en un análisis profundo y detallado de las consecuencias a largo plazo.
La reforma fiscal no es solo un asunto de números; es una cuestión de justicia social. Es hora de que la política fiscal refleje un compromiso con la equidad y el bienestar colectivo, asegurando que todos contribuyan de manera justa y que nadie quede excluido de las responsabilidades que compartimos como sociedad.
