Buenos días. Aunque lo que se difunde es poco y muy sesgado, Argentina vive situaciones sociales lo suficientemente agitadas, que se derivan de una política económica basada en ajustes, recortes, inflación sin control, despidos masivos en el sector público, crecimiento del desempleo, pérdidas de conquistas sociales que golpean a los más vulnerables, en fin, sobrevive en medio de carencias, protestas continuas y una subida asfixiante del costo de la vida. Al panorama se suma el perfil de un mandatario compulsivo, reaccionario y de preferencias ideológicas que solo traen perjudiciales recuerdos a la humanidad. Naturalmente, es la consecuencia que padecen muchos países latinos que parecen estar hechos con la misma pinta y donde tienen lugar los mismos problemas, salvo muy remotas excepciones. Es que, a muchos de nuestros pueblos de la América Morena, de cuando en vez y de vez en cuando, les coge con inventar en tiempos de campañas electorales dejándose arrastrar y cayendo en la trampa de comprar baratijas por oro de 18 quilates. Bajo los efectos del jumo emocional que le provoca el tun tun de grandes bocinas que, en tiempos de buscar votos, asaltan al barrio con ruidos musicales, discursos demagógicos, romo, consignas y reparto de papeletas sacadas de las costillas del mismo pueblo, se dejan embaucar y luego terminan cabizbajos… Es lo que hoy vive Argentina tras el mandato de un derechista arrebatado, a quien la suerte del pueblo le importa un comino.