Buenos días. A pesar de la presencia de las tropas kenianas en Haití, en los últimos días unas 25 personas han sido asesinadas. Varias de ellas salvajemente quemadas en un acto de sadismo que se ha hecho común en la vecina nación. Las bandas criminales, armadas con pertrechos militares en más del 80 por ciento procedentes de Estados Unidos, siguen imponiendo el terror mientras a la vista ni siquiera asoma la esperanza de una recomposición duradera. En principio saludamos la decisión de la llegada de los militares procedentes de Kenia, pero lo que sigue ocurriendo obliga a que miremos más allá de las apariencias. Penosamente, Haití es una tragedia, es más una guarida de criminales donde no hay mínimas garantías para el funcionamiento de un clima político-democrático confiable y estable. ¡Y eso no cambiará con la sola presencia de tropas lleguen de donde lleguen! No hay que olvidar que Haití ha parido 20 gobiernos en los últimos 35 años y que allí una reducida mafia empresarial, política y militar es la responsable de que el pueblo haitiano no goce del derecho a la salud, la alimentación, la educación, a viviendas dignas, en fin, al bienestar en sentido general. Haití es más que un Estado fallido, es el retrato de la ignominia en pleno siglo XX1; un terruño con apenas un 2 por ciento de cobertura boscosa y con el 98 por ciento de sus tierras sin vocación agrícola. Haití, lamentablemente, es un fracaso consumado que obliga a mirar más allá de la presencia de militares importados…