Buenos días. La violenta y peligrosa situación de Haití, el reinado de las bandas criminales, sus acciones desafiantes y salvajes, descansan en la disponibilidad de armas abundantes y modernas, que son suplidas desde afuera sin que se conozca de donde vienen y quién o quiénes las proporcionan. ¿Quiénes arman a las pandillas criminales de Haití? ¿De dónde provienen sus armas y cómo arriban a la vecina nación? ¿Quién o quiénes ponen dinero para artillar a esos bandidos desalmados? ¿Por qué ningún organismo internacional, ONU, Amnistía, OEA y otros, ha mostrado interés en conocer la procedencia y financiación de las armas que usan esos fabricantes de muertes y terror? ¿Será que detrás hay algo más que salvajismo desenfrenado, que mero interés de enfrentar a las autoridades haitianas? ¿Será por negocio? ¿Acaso esas bandas son instrumentos amamantados por intereses políticos y económicos en los que convergen manos locales e internacionales? Llama la atención que el tema no figure en la agenda de embajadas, naciones, ni en ninguna de las entelequias que aparentan sentir «preocupación» por el estado de inestabilidad y terror que se apoderó de Haití. Es como si la vieja trama prevaleciera en el tiempo: dejar hacer, empujar hacia una explosión definitiva de la crisis, de manera que República Dominicana, finalmente, pase a ser la solución que se aspira.
