En los países de Europa que no tienen un salario mínimo fijado por ley, los trabajadores tienen salarios promedio anuales significativamente más altos que aquellos países donde sí se aplica esta regulación. Según los datos de la Unión Europea, en 2023 el salario promedio en los países sin salario mínimo fue 37,107.6 euros, mientras que en los países con salario mínimo fue de 20,451.3 euros, lo que implica una diferencia del 81% a favor de los países sin salario mínimo.
Estos datos sugieren que el nivel de ingresos no depende de la imposición de un salario mínimo, sino de otros factores como el nivel de inversión, la productividad y el dinamismo del mercado laboral. Los salarios son el resultado de acuerdos libres y voluntarios entre trabajadores y empleadores, y están determinados por la productividad de cada trabajador en el proceso productivo. Cuando la productividad de un trabajador es alta, su capacidad para generar valor también lo es, lo que naturalmente se traduce en mejores remuneraciones.
Por el contrario, los salarios mínimos pueden generar efectos adversos al hacer más costoso contratar trabajadores, lo que obstaculiza la creación de nuevos empleos y empuja a más personas a la informalidad o al desempleo. Además, al incrementar artificialmente los costos de producción, las empresas se vuelven menos competitivas, ya que producen unidades de bienes a un costo mayor. Y en el caso de que puedan trasladar los costos del aumento salarial a los consumidores, tratarán de hacerlo vía los precios.
En lugar de aumentos salariales por decreto, las reformas estructurales que promuevan más inversión, innovación, mayor productividad y empleos productivos son la vía para lograr ingresos sostenibles y crecientes para los trabajadores de la economía dominicana. Esto permite que los salarios aumenten de manera natural sin generar distorsiones que afecten la estabilidad del empleo y el desarrollo del país.
Fuente: CREES
