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Entre percepción y mis promesas te me arrodillo

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La razón de ser del artículo nació con esa imagen de nuestra colega Johanna Benoit.
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Por Hilario Miranda

La magia cultural impregnada en la percepción masculina frente al concepto Promesa, cuando se multiplica el reto de elegir la candidata para nutrir el banquete de sus testosterona.

«La vida no es un poema», exclamó la educadora Dulce Miguelina en su rutinaria asignatura Semiótica.

Desde mi óptica corrijo su enfoque, porque más allá de un confirmado poema, la vida es un conjunto de imágenes construidas en versos que sin importar su rima, ha de redactarse sobre experiencias cotidianas revestidas con sabiduría.

La mujer es vista por la mayoría de los hombres como el complemento reclamado por su libido, para llenar el vacío existencial emanado por la carga energética de su salud emocional fuera de prioridades sanas.

Contrario al enfoque dado por la mujer a su calidad de vida, muchas de ellas no pierden su meta y al regalar a sus pretendientes una sonrisa de agrado, los llena de falsas esperanzas; percepciones que los conduce a reducir su hombría colocando sus rodillas sobre el suelo de promesas propias de la imaginación aún desconocida en la Tierra.

En la relación social entre personas de sexo opuestos, se da la más hermosa interacción natural e invisible, no desde la perspectiva anatómica sino desde la dirección biológica en la personificación de las hormonas.

A pesar de que la fonética palabra hormonas luzca en su lingüístico género femenino, las mismas corresponden a la mujer como también al hombre: Estrógeno y Testosterona, dos personajes que sin ser vistos se enamoran en silencio y con disimulo.

La manifestación cultural donde las carencias de servicios primarios sea el pan de cada día, para hombres en sus distintas actividades, engavetan sus preocupaciones cuando ven tongonear sus lindas caderas tres cuerpos femenino cargando en sus hombros un cántaro lleno de agua.

Es un prisma de colorido habitual en la forma de vivir en varias provincias de RD donde es una dicha para el hombre enamorado, saber que hay mujeres que suelen salir en busca del preciado líquido «potable», debido a la irresponsabilidad de las autoridades, pero dada esa precariedad ellos tienen la oportunidad en conocer la posible madre de sus respectivos hijos.

La razón de ser del artículo nació con esa imagen de nuestra colega Johanna Benoit. Ella es una de las tres, en su natal provincia donde el agua valía más que el oro para su época de adolescencia

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