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¿El voto latino y su mejor destino?

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El expresidente estadounidense Donald Trump y la vicepresidenta Kamala Harris en eventos de campaña separado.
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Desmontando el mito demócrata

Desde hace décadas, los latinos en Estados Unidos han sido cortejados por el Partido Demócrata, un partido que se ha posicionado como el defensor de las minorías, los derechos civiles y los inmigrantes. Sin embargo, la realidad demuestra que los gobiernos republicanos han ofrecido, en muchos casos, beneficios económicos y estabilidad que han resultado más favorables para las comunidades latinas en Estados Unidos. A lo largo de la historia, este grupo ha mostrado una inclinación hacia el voto demócrata, pero los resultados tangibles bajo administraciones republicanas sugieren que podrían estar reevaluando sus preferencias políticas.

Uno de los argumentos principales a favor de los gobiernos republicanos es su enfoque en políticas económicas que fomentan la creación de empleos y la inversión en las empresas. Este aspecto es fundamental para las comunidades latinas, que están compuestas en gran parte por trabajadores de pequeñas y medianas empresas, además de una creciente comunidad de emprendedores. Bajo administraciones republicanas, como la de Ronald Reagan en los años 80 y la de Donald Trump entre 2017 y 2021, se implementaron recortes de impuestos significativos y una desregulación que ayudó a muchas familias latinas a prosperar. De hecho, entre 2017 y 2019, el desempleo en la comunidad latina alcanzó su nivel más bajo en la historia, situándose en un 3.9 % en 2019, lo cual significó un hito histórico y un crecimiento económico tangible para muchas familias trabajadoras.

Por ejemplo, durante la presidencia de Donald Trump, muchas comunidades latinas en estados como Texas, Arizona y Florida experimentaron un auge en el sector de la construcción, el comercio y el turismo. La flexibilización de regulaciones y la reducción de impuestos empresariales atrajeron a inversionistas, y muchos negocios latinos tuvieron la oportunidad de crecer sin las barreras burocráticas que frecuentemente vienen con políticas demócratas.

Aunque el discurso demócrata suele prometer una inmigración más abierta y favorable para los latinos, las políticas aplicadas en la práctica por administraciones demócratas han sido ambiguas y, en muchos casos, contradictorias. Durante el gobierno de Barack Obama, por ejemplo, se deportaron más personas que en cualquier otra administración anterior, lo que le valió el apodo de «Deporter-in-Chief» (Jefe de las deportaciones). Según datos del Departamento de Seguridad Nacional, Obama expulsó a casi 3 millones de inmigrantes indocumentados durante sus dos mandatos, cifra que superó las deportaciones de cualquier presidente republicano previo.

Por otro lado, aunque Donald Trump mantuvo una postura firme sobre la inmigración y la seguridad fronteriza, es relevante notar que, en 2020, en plena pandemia de COVID-19, se implementaron políticas que permitieron a inmigrantes latinos con trabajos esenciales permanecer en el país sin temor a deportaciones inmediatas. El enfoque republicano sobre la inmigración tiende a estar centrado en el fortalecimiento de la seguridad fronteriza, pero sus políticas han priorizado el empleo y la estabilidad económica de los latinos que ya están en el país.

Si se observa el historial de políticas exteriores estadounidenses, es posible identificar un patrón en el que los gobiernos demócratas han sido protagonistas de intervenciones militares y apoyo a golpes de Estado en América Latina, lo que ha afectado directamente a los países de origen de muchas familias latinas en Estados Unidos. Un caso emblemático es el de la República Dominicana, donde en 1965, durante el gobierno del demócrata Lyndon B. Johnson, Estados Unidos invadió el país en respuesta a la Guerra Civil dominicana, con el pretexto de evitar una supuesta amenaza comunista. Esta intervención dejó una huella profunda en el país y consolidó un periodo de inestabilidad que todavía se recuerda con recelo.

Asimismo, bajo la administración de John F. Kennedy, el gobierno de Estados Unidos apoyó operaciones militares y golpes de Estado en varios países latinoamericanos como Brasil y Guyana y en la propia República Dominicana (donde patrocinaron el golpe de estado al gobierno encabezado por el profesor Juan Bosch), so pretexto de frenar el avance de gobiernos izquierdistas. Estos hechos, impulsados por gobiernos demócratas, llevaron a la región a años de inestabilidad política y económica, lo que eventualmente generó migraciones masivas hacia Estados Unidos, incrementando la diáspora latina que buscaba escapar de la represión y falta de oportunidades en sus naciones de origen.

A pesar de los esfuerzos del Partido Demócrata por captar el voto latino con discursos inclusivos, el Partido Republicano ha ganado terreno en los últimos años. En las elecciones de 2020, el expresidente Donald Trump obtuvo un notable aumento en el voto latino, especialmente en estados clave como Florida y Texas, con un crecimiento de entre 10 % y 15 % en comparación con el apoyo latino que obtuvo en 2016. Este cambio de tendencia puede atribuirse a que los latinos están empezando a ver los beneficios económicos y de seguridad que ofrecen políticas más conservadoras en comparación con las promesas, muchas veces incumplidas, de los demócratas.

A medida que la comunidad latina en Estados Unidos sigue creciendo y diversificándose, es natural que sus intereses y necesidades se vuelvan más complejos. Aunque los demócratas han logrado mantener el favor de este grupo mediante un discurso de inclusión, las experiencias reales bajo gobiernos republicanos demuestran que las políticas de empleo, impuestos y emprendimiento han sido beneficiosas para muchos latinos. La historia también muestra cómo las administraciones demócratas han contribuido a la inestabilidad de varios países latinoamericanos, alimentando una migración que no siempre ha encontrado en los demócratas el apoyo esperado. Con una mayor comprensión de estas dinámicas, es posible que los latinos continúen revaluando su posición, y tal vez, más que nunca, estén abiertos a considerar opciones políticas fuera del Partido Demócrata en futuras elecciones.

El voto latino y su mejor destino: desmontando el mito demócrata

Desde hace décadas, los latinos en Estados Unidos han sido cortejados por el Partido Demócrata, un partido que se ha posicionado como el defensor de las minorías, los derechos civiles y los inmigrantes. Sin embargo, la realidad demuestra que los gobiernos republicanos han ofrecido, en muchos casos, beneficios económicos y estabilidad que han resultado más favorables para las comunidades latinas en Estados Unidos. A lo largo de la historia, este grupo ha mostrado una inclinación hacia el voto demócrata, pero los resultados tangibles bajo administraciones republicanas sugieren que podrían estar reevaluando sus preferencias políticas.

Uno de los argumentos principales a favor de los gobiernos republicanos es su enfoque en políticas económicas que fomentan la creación de empleos y la inversión en las empresas. Este aspecto es fundamental para las comunidades latinas, que están compuestas en gran parte por trabajadores de pequeñas y medianas empresas, además de una creciente comunidad de emprendedores. Bajo administraciones republicanas, como la de Ronald Reagan en los años 80 y la de Donald Trump entre 2017 y 2021, se implementaron recortes de impuestos significativos y una desregulación que ayudó a muchas familias latinas a prosperar. De hecho, entre 2017 y 2019, el desempleo en la comunidad latina alcanzó su nivel más bajo en la historia, situándose en un 3.9 % en 2019, lo cual significó un hito histórico y un crecimiento económico tangible para muchas familias trabajadoras.

Por ejemplo, durante la presidencia de Donald Trump, muchas comunidades latinas en estados como Texas, Arizona y Florida experimentaron un auge en el sector de la construcción, el comercio y el turismo. La flexibilización de regulaciones y la reducción de impuestos empresariales atrajeron a inversionistas, y muchos negocios latinos tuvieron la oportunidad de crecer sin las barreras burocráticas que frecuentemente vienen con políticas demócratas.

Aunque el discurso demócrata suele prometer una inmigración más abierta y favorable para los latinos, las políticas aplicadas en la práctica por administraciones demócratas han sido ambiguas y, en muchos casos, contradictorias. Durante el gobierno de Barack Obama, por ejemplo, se deportaron más personas que en cualquier otra administración anterior, lo que le valió el apodo de «Deporter-in-Chief» (Jefe de las deportaciones). Según datos del Departamento de Seguridad Nacional, Obama expulsó a casi 3 millones de inmigrantes indocumentados durante sus dos mandatos, cifra que superó las deportaciones de cualquier presidente republicano previo.

Por otro lado, aunque Donald Trump mantuvo una postura firme sobre la inmigración y la seguridad fronteriza, es relevante notar que, en 2020, en plena pandemia de COVID-19, se implementaron políticas que permitieron a inmigrantes latinos con trabajos esenciales permanecer en el país sin temor a deportaciones inmediatas. El enfoque republicano sobre la inmigración tiende a estar centrado en el fortalecimiento de la seguridad fronteriza, pero sus políticas han priorizado el empleo y la estabilidad económica de los latinos que ya están en el país.

Si se observa el historial de políticas exteriores estadounidenses, es posible identificar un patrón en el que los gobiernos demócratas han sido protagonistas de intervenciones militares y apoyo a golpes de Estado en América Latina, lo que ha afectado directamente a los países de origen de muchas familias latinas en Estados Unidos. Un caso emblemático es el de la República Dominicana, donde en 1965, durante el gobierno del demócrata Lyndon B. Johnson, Estados Unidos invadió el país en respuesta a la Guerra Civil dominicana, con el pretexto de evitar una supuesta amenaza comunista. Esta intervención dejó una huella profunda en el país y consolidó un periodo de inestabilidad que todavía se recuerda con recelo.

Asimismo, bajo la administración de John F. Kennedy, el gobierno de Estados Unidos apoyó operaciones militares y golpes de Estado en varios países latinoamericanos como Brasil y Guyana y en la propia República Dominicana (donde patrocinaron el golpe de estado al gobierno encabezado por el profesor Juan Bosch), so pretexto de frenar el avance de gobiernos izquierdistas. Estos hechos, impulsados por gobiernos demócratas, llevaron a la región a años de inestabilidad política y económica, lo que eventualmente generó migraciones masivas hacia Estados Unidos, incrementando la diáspora latina que buscaba escapar de la represión y falta de oportunidades en sus naciones de origen.

A pesar de los esfuerzos del Partido Demócrata por captar el voto latino con discursos inclusivos, el Partido Republicano ha ganado terreno en los últimos años. En las elecciones de 2020, el expresidente Donald Trump obtuvo un notable aumento en el voto latino, especialmente en estados clave como Florida y Texas, con un crecimiento de entre 10 % y 15 % en comparación con el apoyo latino que obtuvo en 2016. Este cambio de tendencia puede atribuirse a que los latinos están empezando a ver los beneficios económicos y de seguridad que ofrecen políticas más conservadoras en comparación con las promesas, muchas veces incumplidas, de los demócratas.

A medida que la comunidad latina en Estados Unidos sigue creciendo y diversificándose, es natural que sus intereses y necesidades se vuelvan más complejos. Aunque los demócratas han logrado mantener el favor de este grupo mediante un discurso de inclusión, las experiencias reales bajo gobiernos republicanos demuestran que las políticas de empleo, impuestos y emprendimiento han sido beneficiosas para muchos latinos. La historia también muestra cómo las administraciones demócratas han contribuido a la inestabilidad de varios países latinoamericanos, alimentando una migración que no siempre ha encontrado en los demócratas el apoyo esperado. Con una mayor comprensión de estas dinámicas, es posible que los latinos continúen revaluando su posición, y tal vez, más que nunca, estén abiertos a considerar opciones políticas fuera del Partido Demócrata en futuras elecciones.

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