Buenos días. Por cada minuto que transcurre se torna más riesgosa la situación de los dominicanos por el agravamiento de la crisis alimentaria, de salud y humanitaria, además de la violencia y el caos generalizado, que se acrecienta en Haití. Los dominicanos nos encontramos bajo la amenaza de masivas avalanchas de infelices haitianos hacia nuestro territorio, lo que convierte a la vecina nación en una peligrosa bomba de tiempo para nuestra seguridad. Haití está a la deriva, nadie sabe a ciencia cierta hasta cuándo aguantará la convulsiva situación allí prevaleciente, con el agravante de que no hay señales de mejoría en vista de que el pais se encuentra aislado por el cierre de sus aeropuertos y el bloqueo de sus costas, tomadas por las bandas de paramilitares que lo asedian. Penosamente el vecino país se consagra como territorio salvaje donde la pobreza es negocio controlado e impulsado por mafias bajo la tutela de políticos y militares, incluso, con el financiamiento y anuencia de saqueadores foráneos de nuevo cuño. Y mientras la marcha fúnebre ensordece con sus pasos acelerados hacia la hecatombe, los actores internacionales siguen pintando pajaritos y enfocados en su interés de imponer una solución que tiene el nombre de fusión de la isla. El preocupante cuadro urge que volvamos a Juan Pablo Duarte: “Nuestra Patria ha de ser libre e independiente de toda potencia extranjera o se hunde la isla”.
