Buenos días. Ayer prometí que volvería a tratar otros aspectos de lo dicho por Alfredo Pacheco, acerca de que plantearía la reducción del número de integrantes de la Cámara de Diputados. Advertí que la composición actual de ese hemiciclo es supernumeraria, innecesaria y afrentosa, además de que constituye una grosería que los contribuyentes tienen que pagar a cambio de muy poca cosa. Si analizamos las tres responsabilidades básicas que deben cumplir los señores diputados, legislar, representar y fiscalizar, descubrimos que apenas cumplen con la primera, ¡y a qué precio! Una reforma en esa dirección no solo es necesaria y urgente, sino que debe ser objetiva y valiente. Debe contemplar la reducción a solo dos diputados por cada Circunscripción y crear mecanismos que permitan la medición eficaz del desempeño de cada legislador en el hemiciclo y, fundamentalmente, en la demarcación geográfica que se alega representa. En el marco actual los diputados, por igual los senadores, no cumplen con su responsabilidad de representar al ciudadano, no conectan con este, no activan ni viven en sus barrios, están desconectados de las organizaciones comunitarias de base y tampoco cumplen con la responsabilidad de fiscalizar. Está claro que la democracia nuestra se dá este tipo de lujo porque forma parte de los negocios protegidos por su sistema de partidos políticos.
