La lucha Interna por la Candidatura 2028
El Partido Revolucionario Moderno (PRM) enfrenta una crisis interna prematura tras el anuncio del presidente Luis Abinader de no buscar un tercer mandato, a pesar de tener la posibilidad de reformar la Constitución. Esta decisión ha generado una carrera descontrolada dentro del partido, en la que diversos funcionarios importantes, motivados por la falta de continuidad del liderazgo presidencial, han comenzado a movilizarse en busca de consolidar sus aspiraciones para las elecciones presidenciales de 2028. El PRM, creado como un desprendimiento del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), se arriesga a repetir los errores históricos que llevaron al colapso de su predecesor.
Desde el comienzo del segundo mandato de Abinader, varios altos funcionarios han iniciado la formación de equipos políticos para proyectarse como los próximos líderes del partido. Esto ha provocado que las prioridades del gobierno comiencen a desdibujarse, ya que muchos de los actores claves están más concentrados en ganar terreno político que en desempeñar sus funciones gubernamentales. Entre los principales contendientes, David Collado, Yayo Sans, WInston Arnoud, Carolina Mejía y Raquel Peña, entre otros, se destacan como figuras que están empezando a construir una base electoral, lo que crea divisiones dentro del PRM y debilita su cohesión.
Uno de los mayores riesgos para el PRM es la posibilidad de que esta fragmentación interna desemboque en un proceso similar al vivido por el PRD en la década de los 90. Las luchas internas por el poder, los desacuerdos entre facciones y la incapacidad de llegar a consensos dañaron profundamente al PRD, llevándolo a perder apoyo popular y finalmente su posición de poder en el país. Si el PRM sigue ese camino, podría encontrarse en una situación similar de pérdida de respaldo electoral y fragmentación partidaria.
Una de las mayores incógnitas dentro del PRM es el futuro de David Collado, quien goza de una popularidad considerable tanto dentro del partido como entre el electorado general. Sin embargo, la posibilidad de que Collado no sea elegido como el candidato presidencial del PRM para 2028 podría empujarlo a tomar una decisión drástica: presentarse como candidato por otro partido. Esto representaría una amenaza significativa para el PRM, ya que Collado tiene la capacidad de dividir el voto de la base del partido y atraer a sectores moderados que ven en él una alternativa viable.
Esta situación se agrava con el hecho de que Collado ha mantenido una postura relativamente independiente dentro del partido, lo que le permite capitalizar en su imagen de político «por encima de los partidos». Si decide formar su propio movimiento o integrarse a otra formación política, el PRM podría perder una gran parte de su base electoral.
El hecho de que muchos de los altos funcionarios del gobierno estén aspirando a la candidatura presidencial ha comenzado a paralizar las funciones del Ejecutivo. Estos funcionarios, al concentrarse en sus campañas internas, están dejando de lado las tareas para las cuales fueron designados. Esto plantea un desafío directo para Abinader, quien se enfrenta a la complicada tarea de mantener la gobernabilidad mientras una parte significativa de su equipo está más centrada en sus ambiciones políticas que en cumplir con sus deberes.
Las reformas anunciadas por Abinader, como la reforma fiscal y la reforma del sector eléctrico, se han visto estancadas debido a la falta de consenso y al desinterés de los actores clave dentro del gobierno. A esto se suman los escándalos de corrupción que han comenzado a aflorar en varias instituciones públicas, poniendo en entredicho la capacidad del presidente para manejar una administración eficaz y libre de irregularidades.
Uno de los ejemplos más polémicos ha sido el contrato irregular para la instalación de semáforos inteligentes en Santo Domingo, donde se detectó una sobrevaluación significativa en el costo de los equipos.
El proyecto, que debía modernizar el sistema de tránsito en la capital, terminó envuelto en denuncias de corrupción, con acusaciones de que los semáforos fueron adquiridos a precios inflados y sin las debidas licitaciones transparentes. El expresidente Leonel Fernández denunció que las cámaras instaladas como parte del sistema de semáforos no solo no se utilizan para regular el tránsito, sino que se usan para espiar a los ciudadanos, lo que generó una ola de preocupación en torno a posibles abusos de poder. Estas acusaciones, junto con la falta de una investigación clara y contundente, han debilitado aún más la imagen del gobierno y le han dado a la oposición nuevos argumentos para criticar la gestión de Abinader.
Mientras el PRM se divide internamente, la oposición, encabezada por Leonel Fernández y su partido Fuerza del Pueblo (FP), está fortaleciendo su estructura con miras a las elecciones de 2028. Fernández ha demostrado ser un adversario hábil, aprovechando cada paso en falso del gobierno para consolidar su narrativa de que el PRM es incapaz de gobernar con eficacia. El discurso de Fernández ha calado en una parte importante del electorado, especialmente entre aquellos que se sienten decepcionados por el ritmo de las reformas prometidas y los escándalos de corrupción.
Con el PRM fragmentado y más enfocado en su lucha interna, la oposición tiene la oportunidad de capitalizar en la falta de cohesión del partido gobernante. Además, la falta de un líder claro para el 2028 en el PRM puede llevar a una desorganización que beneficie directamente a la oposición, ya que los votantes buscarán una alternativa sólida frente al desgaste del oficialismo.
La situación actual del PRM recuerda peligrosamente a la del PRD en sus últimos años en el poder. Las luchas internas, las traiciones políticas y la falta de un liderazgo claro llevaron al PRD a la división y eventual pérdida de poder. Si el PRM no logra poner orden en sus filas y elegir un sucesor de manera orgánica y consensuada, corre el riesgo de repetir esos mismos errores.
El desafío para Abinader y la dirección del PRM es monumental. No solo deben garantizar la estabilidad del gobierno durante los próximos años, sino también preservar la unidad del partido para evitar una eventual implosión. La historia del PRD debería servir como un recordatorio de lo que puede suceder si las ambiciones personales se anteponen al bienestar colectivo del partido y del país.