Mojiganguiando el sábado
Día de la Independencia

Por Alejandro Espinal
En estos tiempos de redes sociales, han surgido nuevos oficios y carreras. Uno de ellos es el de “creadores de contenidos”, quienes exponen su trabajo en distintas plataformas como YouTube, Instagram y TikTok.
Los jóvenes hacen de todo por llamar la atención, incluso arriesgando sus vidas.
En el siglo pasado, el conocido como “el poeta del pueblo”, Juan Antonio Alix, montó dos barricas en una carreta y bajó por toda la Calle del Sol, en Santiago de los Caballeros, para doblar en la San Luis, dirigiéndose hacia la ribera del río Yaque del Norte, gritando “¡una ballena, una ballena!”. Un gentío lo siguió hasta el río para ver la ballena.
Juan Antonio Alix se sentó tranquilamente mientras la multitud preguntaba dónde estaba la ballena. Él simplemente se preguntó y se respondió: “¿Qué ballena? Yo lo que estoy diciendo es que de estas dos barricas, una va llena”. Lo querían matar. En ese entonces, no había cámaras como ahora, que graban y publican todo.
El jueves, el país celebró el 181.º aniversario de la Independencia Nacional del dominio haitiano. Loor a esos grandes patriotas encabezados por Juan Pablo Duarte, Ramón Matías Mella y Francisco del Rosario Sánchez, quienes lucharon por nuestra libertad.
Sin pista o despistado
+ Había un hombre tan pequeño que la cabeza le olía a pies sudados.
+ Y había un muchachito tan feo, tan feo, que el Cuco le tenía miedo.
+ Y si un río se devuelve, ¿a dónde van a meter toda esa agua?
+ Cuentecito:
Un señor intercepta a su vecino antes de que este llegue a su casa y le dice: “Vecino, tengo que confesarloe algo delicado”. El hombre, confiado, le dice: “Dígame, no importa, estamos preparados para lo que sea”. Entonces, el señor responde: “Mire, le voy a decir esto porque usted es un hombre tan recto que no merece esto. Su esposa le está siendo infiel; se acuesta con un hombre todos los días en el sofá de la sala”. El hombre, algo preocupado, le agradece al vecino informante y le promete que resolverá la situación ese mismo día.
Efectivamente, tan pronto como llegó a casa, sin mediar palabra con su esposa y sin pedir ayuda, sacó el mueble y lo echó a la calle, llamando luego al vecino para informarle: “Ya todo está resuelto; ya no podrán usar el sofá, lo tiré a la calle”.