Buenos días. Hace solo un par de días catalogábamos como insólito el hecho de que el Ministerio de Educación deba pagar cupo a los colegios privados, 500 dólares por cabeza, para que estos acojan a unos 16 mil alumnos que se quedaron sin aulas en las escuelas públicas. Cuestionábamos tan vergonzante realidad dado el hecho de que, por concepto del 4%, el referido Ministerio recibirá este año la exorbitante suma de 297 mil millones de pesos. ¡Pero los asombros no terminan y menos las interrogantes! Hoy medios informativos se hacen eco de una investigación realizada por expertos suecos que visitaron el país y que deja en evidencia que “más del 90 % de las escuelas ubicadas en zonas rurales de República Dominicana carecen de sistemas de saneamiento”, situación a la que se suma otro inconcebible detalle que tiene que ver con el hecho de que, otro grueso de esas instalaciones educativas, “no tiene acceso al agua potable”. Es evidente que esas debilidades no tienen razón de ser cuando Educación ha recibido, en el periodo de aplicación del 4%, una inmensa cantidad de ingresos que se supone alcanzan para cubrir semejantes aberraciones. El panorama expuesto deja entrever dos fallas inexplicables e inadmisibles: un gasto distorsionado y cuestionable de los recursos, además de una falta de coordinación entre instancias del Estado que tienen el compromiso de suplir necesidades puntuales, como el agua potable entre otras. Lo expuesto por los investigadores extranjeros solo confirma la idiosincrasia de un modelo de democracia más inclinado al dispendio, la falta de transparencia y al allante con discursos demagógicos para hacer creer que se hacen las cosas como Dios manda.