Buenos días. La carencia de razones convincentes conduce a que la sociedad dominicana se haga mil conjeturas en torno al fracaso de la aprobación del nuevo Código Penal. Es deprimente que la partidocracia y el propio Estado, a lo largo de 30 años de intentos fallidos, no hayan hecho posible la aprobación de la susodicha pieza. De ahí que suene como una burla el hecho de que el Senado de la Republica haya escogido otra “comisión especial”, que tendrá a su cargo el estudio de la pieza. El propio Presidente de la cámara alta admite que “ese proyecto tiene casi 30 años dando vueltas en el congreso”. Es como si al pais se le condenara por tres décadas a seguir una deprimente telenovela de bajo presupuesto moral y de actores sin compromiso social, por demás atrapados entre intereses de diferentes matices. El fracaso de todos los intentos por aprobar el Código Penal combina motivaciones políticas y fundamentalmente religiosas, que tienen su epicentro en el tema del aborto. Persisten los forcejeos, presiones y temores en torno a que, si el aborto debe o no incluir las conocidas tres causales, quedando claro que la fidelidad con las posturas dogmáticas es dominante. Por eso no hay razones para incubar posiblidad alguna de que esta vez se salga a camino.