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Clavitos en la economía… Amaneciendo

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Buenos días. A pesar de su cacareada robustez, atribuida al sostenido crecimiento de las últimas décadas, la economía dominicana oculta en su interior dos incómodos clavitos, no son los únicos, que dejan entredicho su solidez y que el marketing y la propaganda oficial, de ayer y hoy, deliberadamente ignoran. Nos referimos al peso gravitacional de la parte informal en la economía criolla y, no menos importante, a la dependencia cada vez más fuerte de las importaciones de alimentos que estamos en capacidad de producir. El primer escenario alcanza la categoría de lo definitivamente grave, toda vez que casi el 56% de la mano de obra empleada, es informal y por consiguiente, no tributa al fisco. Lo peor es que esa informalidad, según el BID, en un 52% está en mano de inmigrantes predominantemente haitianos. ¡Un tremendo riesgo! El segundo clavito lo representa la profusa y poco informada importación de arroz, ajo, cebolla, así como de otros rubros y alimentos de consumo masivo, cuya producción se ha permitido caer. El caso del arroz es muy singular. En 2023, justo meses antes de entrar en vigor el arancel cero para el cereal proveniente de EE.UU. y Centro América, bajo el amparo del DR-CAFTA, se informó que la producción local cayó en más de 13 millones de quintales, mientras se autorizaban importaciones directas a las factorías de productores, nada más y nada menos que por cuatro millones de quintales. ¡Que, a propósito, se comercializa como si fuera arroz de producción nacional! Agregar al panorama la observación innegable de que los beneficios del crecimiento económico no tienen olor ni sabor para las inmensas mayorías de los dominicanos, echaría por la borda todo alegato que pretenda negar la existencia de los citados clavitos en la “robusta” economía criolla.

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