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Candidaturas independientes: jugada maestra del PRM

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Jueces del Tribunal Constitucional.
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En el complejo tablero político dominicano, cada movimiento cuenta. Las recientes maniobras del Partido Revolucionario Moderno (PRM) para promover y facilitar candidaturas independientes no son una coincidencia ni un gesto de apertura democrática. Se trata, más bien, de una estrategia calculada buscando dividir el voto opositor, fragmentar la representación política y garantizar su permanencia en el poder con una mayoría de minorías.

El PRM ha comprendido una verdad esencial en la política moderna: no siempre gana quien tiene más apoyo, sino quien logra que sus oponentes estén más divididos. Al abrir espacio para candidaturas independientes, el partido oficialista no busca fortalecer la participación ciudadana, sino diluir el voto opositor. Esto se traduce en más candidatos disputando un mismo espacio político, menos concentración del voto en los partidos tradicionales de oposición y, en consecuencia, un camino despejado para que el PRM siga gobernando con un porcentaje reducido del electorado.

La experiencia internacional ha demostrado que cuando los partidos gobernantes permiten o fomentan la proliferación de candidaturas independientes, lo hacen con el objetivo de fragmentar la oposición. Ejemplos en América Latina abundan: regímenes que han sobrevivido a crisis políticas no por su popularidad, sino porque lograron dividir a sus adversarios.

El PRM ha gobernado bajo una lógica clara: mantener el control sin necesidad de obtener un respaldo abrumador. En las últimas elecciones, quedó en evidencia que el partido oficialista no cuenta con un apoyo mayoritario sólido, sino que ha sabido capitalizar la dispersión del voto opositor.

Las candidaturas independientes, lejos de representar una alternativa sólida, se convierten en un espejismo político. Muchos de estos candidatos carecen de estructura, recursos y capacidad para movilizar votos de manera efectiva. Sin embargo, cumplen con su cometido: restar votos a los bloques opositores más organizados.

El principal peligro de esta estrategia no solo afecta a los partidos de oposición, sino al sistema democrático en su conjunto. Cuando las fuerzas políticas se fragmentan excesivamente, se debilitan los mecanismos de fiscalización y contrapeso al poder. Un partido gobernante sin una oposición fuerte tiende a concentrar más poder y, eventualmente, a utilizarlo para perpetuarse en el control del Estado.

Además, las candidaturas independientes suelen carecer de una visión de país articulada. Sus propuestas, por más bien intencionadas que sean, suelen diluirse en el fragor electoral y no logran convertirse en alternativas reales para el votante promedio.

En última instancia, el gran beneficiario de esta estrategia es el PRM. Mientras la oposición se divide entre múltiples opciones, el oficialismo mantiene su estructura unificada y aprovecha los recursos del Estado para consolidar su posición.

El ciudadano dominicano, por su parte, queda atrapado en un ciclo donde las opciones electorales se multiplican, pero las soluciones reales a los problemas del país siguen sin llegar.

Si la oposición aspira a competir en igualdad de condiciones en 2028, debe comprender la naturaleza de esta estrategia. Las candidaturas independientes no representan una amenaza para el PRM, sino una ventaja estratégica. Los partidos opositores deben enfocarse en la unidad, en articular un discurso claro y en presentar una alternativa sólida y creíble.

El desafío no es menor: superar los egos personales, los intereses particulares y las agendas individuales para construir una propuesta unificada que pueda desafiar el dominio del PRM.

Las candidaturas independientes no son un fenómeno espontáneo ni una muestra de apertura democrática. Son una herramienta cuidadosamente diseñada para dividir el voto opositor y permitir que el PRM siga gobernando con una mayoría de minorías.

La oposición, si desea evitar este escenario, debe dejar de lado las luchas internas y entender que el verdadero adversario no está entre ellos, sino en un partido que ha demostrado ser un maestro en el arte de la división. El 2028 parece lejano, pero el tiempo para actuar es ahora.

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