Buenos días. Alarma el hecho de que en República Dominicana los accidentes de tránsito constituyan la segunda causa de muerte y que esa situación, hasta ahora irremediable, ocupe un lugar privilejiado entre otras calamidades que diezman la vida humana. Según lo revela la Dirección General de Epidemiología del Ministerio de Salud, las funestas consecuencias del lamentable flagelo solo están por debajo de “enfermedades crónicas no transmisibles, como isquémia del corazón, diabetes mellitus, hipertensión y accidentes cerebrales”. De hecho y según las estadísticas correspondientes al pasado año 2023, los accidentes de tránsito se colocaron en segundo lugar entre las causas de muertes en el país caribeño. Somos sinónimo de incorregible caos en materia de tránsito, con el agravante de que el problema se fortalece en el tiempo y las “soluciones” que se han puesto en marcha, como la aprobación de una nueva ley y la creación del Instrant, han derivado en un lamentable fracaso. En el persistente desorden intervienen variables que denotan la incompetencia del Estado para proveer un sistema de transporte con menos riesgos, más regulado y con menor peso de incidencia en las estadísticas de muertes. En definitiva y como resultado del caos permitido, vergonzosamente ocupamos el primer lugar en el mundo en mortalidad vial por cada cien mil habitantes. ¡Pero seguimos aferrados a los operativos, a la improvisación paliativa, de espalda a la necesidad de definir y asumir una política integral seria y sostenida, que dé respuestas estructurales capaces de subsanar el preocupante cáncer! ¿Hasta cuándo será?
