Buenos días. A raíz de la soberana decisión del Gobierno dominicano de deportar a los ilegales haitianos, que todas las almas saben sobrepasan más de cuatro millones, las autoridades de la vecina nación, por igual órganos internacionales y algunos conspiradores locales de nuestra soberanía, han subido el tono de sus discursos y arreciado la infunda e irresponsable campañana acusatoria de que la acción es racista, discriminatoria y atentatoria de los derechos humanos. Desde estas páginas temprano dejamos expreso nuestro rechazo al más mínimo de los atropellos a la dignidad humana de los vecinos, aun consciente de que se alegaría esa práctica con la finalidad de descalificar el derecho legítimo e innegociable de esta parte de la isla. Los que dirigen a Haití han arreciado sus desconsideraciones y mentiras en la arena internacional, escenarios en los que se esfuerzan por presentar a los dominicanos como un pueblo que odia, maltrata y ofrece un trato esclavista a sus connacionales. Irresponsablemente, naturalmente con la benevolencia y apadrinamiento de algunas voces interesadas, vanamente intentan cambiar la realidad cierta, que no es otra que la solidaridad que practica el criollo frente a sus vecinos y que se expresa en la acogida en sus casas de empleadas haitianas, en las cada vez más altas partidas del presupuesto nacional para ofrecerles salud, educación y otras atenciones vitales. Ayer advertian que ante la supuesta deportación “masiva y discriminatoria”, preparan “respuestas urgentes”. ¿A qué tipo de respuestas se refieren? El momento urge que la autoridad asuma una línea discursa de fuerte orientación ofensiva, que nos permita ocupar los escenarios exteriores, la diplomacia en sentido general, para informar, ilustrar y para dcesmontar las manipulaciones propagadas. Además, para dejar claro que como nación no nos doblegaremos y mucho menos renunciaremos a nuestros derechos.