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Acuerdos de Aposento: Veneno para los Partidos

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Principales-partidos políticos de RD.
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En el corazón de cualquier sistema democrático vibrante laten los partidos políticos. Concebidos como vehículos para la agregación de intereses, la formulación de programas y la canalización de la participación ciudadana, su salud interna es un reflejo directo de la salud democrática de una nación. Sin embargo, una patología sigilosa y corrosiva amenaza constantemente su vitalidad: los llamados «acuerdos de aposento». Estas componendas secretas, urdidas lejos de la mirada y la voluntad de la militancia, representan una traición a los principios democráticos y un secuestro de la esencia misma de la organización partidaria.

Los acuerdos de aposento son el instrumento predilecto de grupúsculos y élites enquistadas que buscan perpetuar su control sobre la maquinaria partidaria. Operando bajo un manto de opacidad, estos grupos – a menudo facciones con intereses particulares, líderes históricos reacios a ceder poder o «círculos de hierro» que confunden el partido con su patrimonio personal – tejen redes de complicidad para repartirse las posiciones de dirección, las candidaturas clave y el control sobre los recursos. Lo hacen mediante triquiñuelas que pervierten los mecanismos formales de participación:

1. Manipulación de Padrones: Inflan o depuran los registros de militantes para favorecer a sus adeptos en elecciones internas o asambleas.

2. Control de Órganos Disciplinarios y Electorales Internos: Utilizan estas instancias para marginar o sancionar a disidentes y validar procesos viciados.

3. Negociación de «Paquetes»: En lugar de elegir cargos individualmente por mérito o representación, negocian listas cerradas o distribuciones de cuotas de poder entre las facciones dominantes, presentando a la militancia un hecho consumado.

4. Decisiones Unilaterales y Falta de Consulta: Adoptan líneas políticas, alianzas estratégicas o posturas cruciales sin consultar a las bases ni a los órganos intermedios, ignorando el sentir mayoritario.

5. Clientelismo Interno: Utilizan los recursos del partido (cargos, fondos, influencias) para premiar la lealtad a la cúpula y castigar la independencia.

6. Obstrucción de la Renovación: Bloquean el ascenso de nuevos liderazgos que no pertenezcan a sus círculos, priorizando la cooptación sobre la competencia abierta.
7. Desinformación y Control de la Comunicación: Limitan el flujo de información veraz hacia la militancia, utilizando los canales internos para difundir su narrativa y desacreditar a los opositores.

Los efectos de esta práctica son devastadores y multifacéticos, minando la legitimidad, la eficacia y la propia existencia del partido a largo plazo:

Erosión de la Democracia Interna: Es la consecuencia más directa. Los procesos formales (congresos, primarias, asambleas) se convierten en meras puestas en escena para ratificar lo ya decidido en secreto. La voluntad de la militancia es sistemáticamente ignorada, generando una profunda sensación de impotencia y fraude.

Alienación y Desafección de la Militancia: Los miembros activos, al percibir que su voz no cuenta y que las decisiones importantes se toman a sus espaldas, se sienten traicionados. Esto conduce a la apatía, la desmovilización, el cinismo y, en muchos casos, al abandono del partido. La organización pierde así su activo más valioso: el compromiso de su base.

Pérdida de Legitimidad y Cohesión: Un liderazgo surgido de pactos oscuros carece de la legitimidad moral y política que otorga el respaldo democrático de las bases. Esto genera divisiones internas profundas, resentimiento entre facciones excluidas y una constante inestabilidad. El partido se vuelve un campo de batalla interno en lugar de una fuerza unida hacia el exterior.

Fomento de la Mediocridad y el Cunerismo: Cuando los cargos y candidaturas se reparten por lealtad a la cúpula y no por mérito, capacidad o representatividad, se promueve la mediocridad. Los más aptos o críticos son marginados, mientras ascienden aquellos cuya principal virtud es la obediencia al grupo dominante.

Debilitamiento Electoral: Un partido dividido, con una militancia desmoralizada y candidatos impuestos que carecen de arraigo o carisma, es una receta para el fracaso electoral. La desconexión entre la dirigencia y la base se traduce en una desconexión con el electorado general, que percibe la falta de autenticidad y las luchas intestinas.

Incapacidad de Adaptación y Renovación: Los acuerdos de aposento suelen ser conservadores, buscando mantener el statu quo que beneficia a las élites. Esto impide que el partido se adapte a los nuevos tiempos, incorpore nuevas ideas o permita el surgimiento de liderazgos frescos capaces de conectar con las nuevas demandas sociales. El partido envejece y pierde relevancia.

Daño a la Confianza Pública en la Política: La opacidad y las maniobras internas de los partidos refuerzan la percepción ciudadana de que la política es un juego sucio de intereses ocultos. Esto no solo daña al partido implicado, sino que alimenta el descrédito general del sistema político y la democracia misma.

Los acuerdos de aposento son un cáncer para los partidos políticos. Transforman organizaciones que deberían ser escuelas de democracia y motores de cambio social en cáscaras vacías, controladas por élites que priorizan su supervivencia por encima del interés colectivo y los principios democráticos.

Combatir esta lacra exige un compromiso férreo con la transparencia radical en todos los procesos internos, el fortalecimiento de los mecanismos de democracia directa y participativa (primarias abiertas y vinculantes, consultas regulares a la militancia, asambleas con poder decisorio real), y la promoción de una cultura política que valore el debate abierto, la disidencia constructiva y la rendición de cuentas. Solo rescatando la soberanía de la militancia y asegurando que las decisiones cruciales se tomen a la luz del día y con la participación efectiva de todos, podrán los partidos políticos recuperar su legitimidad, su vitalidad y su rol esencial en una democracia saludable. La alternativa es la lenta asfixia, dejando tras de sí organizaciones irrelevantes y una ciudadanía cada vez más alejada de la política.

1 COMENTARIO

  1. Estoy muy de acuerdo con los puntos que establece el articulista y creo firmemente que la mejor alternativa para combatir ese mal es implementando transparencia radical en el sistemas de votación abiertos y auditables, plataformas digitales para participación en decisiones clave, y auditorías externas de procesos internos.

    Se deben fortalecer primarias vinculantes y asambleas con poder real, evitando pactos opacos. Establecer límites de mandatos, rotación de cargos y criterios claros de mérito para candidaturas. Sancionar el clientelismo, promover educación política en la estructura partidaria y crear comités éticos independientes para vigilar prácticas antidemocráticas.

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