Mojiganguiando el sábado

Por Alejandro Espinal F.
Estas delicias de nuestra tradicional cocina van cayendo rápidamente rumbo a su final como entierro de pobres, víctimas de la vida moderna por vía de la llamada comida rápida apodada también comida chatarra.
El yaniqueque, su preparación no es una cosa del otro mundo; se trata de la mezcla de harina de trigo, sal y un poco (ocasional) de polvo de hornear. Luego de mezclar, se amasa y corta en trocitos para con un rolo hacer una finísima estructura redonda y finalmente se fríe.
En el tiempo de los discos de vinil les llamaban un Long Play por su tamaño redondo.
En muchas playas, como la de Boca Chica, mantienen su elaboración, así como en la carretera que va a Jarabacoa.
Hace alrededor de una década y algo más que en la capital elaboran un tipo de “yaniqueque” que parece una hamburguesa frita, rellena de queso o con un huevo que se fríe dentro de la masa de la harina.
Se cree que el nombre del yaniqueque es una deformación lingüística del término en inglés Johnny Cake, llevado a la República Dominicana por inmigrantes ingleses de las islas caribeñas.
Guanimo:
El guanimo es como si fuera un tamal al estilo dominicano, ya que ambos se preparan con maíz tierno rayado y se hierven envueltos en hojas de plátano. El tamal también se envuelve en hojas de maíz. Puede ser dulce o salado. En algunos lugares lo rellenan con carne.
El guanimo tiene raíces taínas y africanas, mostrando la fusión cultural dominicana.
El Panecico:
Sus raíces son taínas y españolas, ya que su base principal es la catibia de yuca, y se mezcla con pequeñas porciones de chicharrón, que es una herencia de los colonizadores españoles.
Otros de sus ingredientes son la sal, el anís (del chiquito) y el ajo.
Se puede cocer en sartén, en moldes sobre un burén o en un horno.
Oigan el borracho más necio, a pesar de que se cree poeta:
“Estoy en bebida, y hago mala bebida.
Tengo dinero y no lo gasto.
Tengo sueño y no me acuesto.
Ni me callo ni me voy, a mí hay que soportarme.”
Cuando usted dice que fulano es mi amigo personal, está en una repetición innecesaria.
Si es su amigo, es de su persona.
Cuentecito:
Un jovencito que la mamá lo llevó al padre para que lo confesara por lo travieso que se había puesto.
El sacerdote, que estaba enterado de la situación, le expresa al confesado que tiene que rezar diez padrenuestros por tomar los huevos de la gallina de la vecina.
El joven le dice al prelado que no se escucha nada. Entonces el padre repite con voz más fuerte, pero el jovencito vuelve y le dice:
“Es que no se oye nada, venga usted y póngase de este lado del confesionario.”
Para complacerlo, el padre accede y cambia. Ya cada cual en el sitio contrario, el jovencito le dice al sacerdote:
“Padre, si me sigue atacando así, le voy a decir al dueño del colmado del frente que usted enamora a su mujer.”
A lo que el padre contesta:
“Ah, pues es verdad que no se oye nada.”








