Mojiganguiando el sábado
Por Alejandro Espinal
El término «perro vira latas» se refiere a los caninos mestizos que, en ocasiones, no tienen dueño ni acceso a comida, y por ello se ven obligados a revolver la basura de zafacón en zafacón en busca de algo que llevarse a la boca. Es un concepto similar al de los perros callejeros, aquellos que carecen de linaje o pedigree.
Esta expresión se originó en México y Argentina, y con el tiempo se ha expandido por toda América Latina. No hay un registro claro de cuándo comenzó a utilizarse, ya que se trata de un término que ha surgido del habla popular de los pueblos.
En muchos países, incluido el nuestro, «perro vira latas» también se utiliza para describir a personas de muy baja clase social, generalmente sin educación ni linaje familiar.
La población de perros vira latas en la República Dominicana
En 2016, se estimaba que la población de perros vira latas en la República Dominicana era de aproximadamente dos millones, la mayoría de los cuales carecían de atención veterinaria y vivían en las calles o en patios. Muchos de estos animales son portadores de enfermedades, lo que añade un nivel de sufrimiento a su ya dura realidad.
El Día Mundial del Perro Viralata se celebra el 27 de julio, un día dedicado a concienciar sobre la situación de estos fieles compañeros que, a menudo, viven en condiciones difíciles y en situación de abandono. Es fundamental que la población se sume a esta causa, promoviendo la adopción de perros de la calle y brindándoles la oportunidad de tener un hogar cálido y amoroso.
Expresiones sobre los perros
«Cuanto más conozco a las personas más quiero a mi perro». Poeta inglés Lord Barón.
Otra expresión del pueblo
«Las mujeres elegantes y bonitas son como los perros de razas, que siempre tienen dueños».
Expresión que no entiendo
«Fulano anda borracho como un perro»
¿Cuándo usted ha visto un perro con una botella de ron en sus patas?
Otra expresión
Los perros vira latas que rondan por las carnicerías y frituras «Ni guardan rencor ni agradecen».
Cuentecito
Un hombre estaba trabajando en el campo el jueves de Corpus Christi, cuando de repente escuchó claramente la voz de un buey que decía: «¡Ni los jueves de Corpus me dejan descansar!»
Desconcertado, salió corriendo junto a su perro, convencido de que había escuchado a un animal hablar. Tras correr más de un kilómetro, se detiene para recuperar el aliento y, aún sorprendido, dice para sí mismo: «Nunca pensé que un buey pudiera hablar».
Entonces, su perro, que también estaba cansado, lo mira y con voz quejumbrosa le responde: «Ni yo tampoco, ¡y eso que llevo años con los bueyes en el corral!».
El hombre, ahora estupefacto de que su perro también hablara, se asusta aún más y sale corriendo nuevamente a toda velocidad. Hasta el día de hoy, nadie ha vuelto a saber de él.
